Tuesday, April 14, 2015

Adiós a Galeano.

Las plumas nunca mueren si volaron con tinta. Me entero de tu muerte tarde y mal, en la biblioteca y con un día de retraso (ayer todo fue intentar luchar contra el sueño y sacar un examen no preparado). Me gusta el haberlo hecho a través de la misma persona que me hizo descubrirte, las cosas cuadran, como si de reencarnación hablásemos.

Hace poco le escribí a un compañero que también nos dejaba sin avisar, en aquella ocasión lo llamé abuelo y lo mismo me pasa contigo. Ayer Gabo, hoy tú. Y no, no me acostumbro a perder abuelos, de esos que con pelo canoso te cuentan algo y tú sólo puedes escuchar con cara de idiota y ensimismado.

Pero es que era imposible resistirse. Cuando el acento de allá aterciopelado se desliza en tus oídos seduciéndote con cada palabra, con cada adjetivo bien puesto…
Cada vez que esa prosa se movía sigilosa ante mis ojos imponiendo el compás, el ritmo al que las sinapsis de mis neuronas vibraban… ¿Pero quién se iba a resistir?

La última vez que te escuché fue a través de mis cascos, en un espacio compartido con otro de esos abuelos que escucho con pasmo cuando le tengo que imponer a la vida calma y algo de sentimientos, te escuchaba con Silvio. Como siempre tú introduciendo el viaje y él haciendo de la primera parada un placer con el que deshacerse, en el que paladear y entregarse a la lujuria de la poesía no está mal visto.

No recuerdo mi primera vez contigo, sé que fue a través de algún vídeo, de estos que te rebotan en las redes sociales, una pequeña chispa. A partir de ahí te fui siguiendo rachas, siempre a través de esa pequeña rebelde que tanto te idolatraba.

Hasta que me tocó irme para allá. No pudo ser, pero esa aventura que no fue hizo que me licenciase en tu escuela, aunque no conozca qué pasa por tus venas, tengo esa escuela encerrada en la mesita de noche, como recordatorio (aunque sólo sea visual) de que hacer religión de la televisión es perjudicial para la salud.

Veo que el otro abuelo uruguayo ya te dedicó unas palabras, veo que la tinta va poco a poco como desangrándose, recordándote… Y sus dueños ya se podrían esforzar en aprender un poco de ti. Yo con los periodistas tengo una atracción fatal, una relación de amor-odio difícil de apagar. Los genes supongo. A ti algo te dio la profesión, aunque compartiésemos el desencanto.

Te dedico unas líneas como si así nos fuéramos a conocer, como si de haber un allá arriba (que no lo creo) esto te fuera a llegar por fax o algo así. En cualquier caso, si hubiera un sitio desde el que ver cómo nos matamos por acá abajo me saludas a Jose Luis y Gabo, que por aquí ya dejasteis dicho todo lo que hacía falta decir y ahora sólo nos queda escucharos.


Un abrazo y como se suele decir en estos casos, que la tierra te sea leve.

Friday, April 3, 2015

Otro día.

Me dejé convencer por tu sonrisa en mis ojos
creí que prometer era sinónimo de todo
que tu cariño no se marchitaría
que la vida no te cambiaría.

Imaginé un mundo en el que creías en nosotros
que lo que pudo, hoy no pondría coto
que Felicidad esta vez no escaparía
que había premisas que no fallarían.

Pero aquí me encuentro otra vez solo
tarareando letras mientras todo
parece que lento se termina
y soy yo el pelele que vigila.

El suelo se agrieta y el mundo cae poco a poco
yo ensimismado moriré pronto.
Me estoy quedando sin salida
pero sigo atado a esta silla.

A antiguos y frustrantes recuerdos
a mi existencia hecha de restos.
Se derrumban las calles y los bares
donde íbamos antes.

Ganando a la muerte con versos
sin pararnos, sin miedos.
Porque la noche nos hizo amantes
siempre inconscientes y sin planes.

Así que hoy no quiero nuevos retos
se agotaron los argumentos.
Del infierno aún guardo las llaves
y por él espero que pases.

Mientras mi castigo aumento
aunque fuera mejor el sufrimiento
en mi silla y con la nada el infinito yace
y yo tranquilo observo. Por fin ya no late.