Hay personas que son tan sanas que te curan sólo mirándolas a la cara.
Hay personas que son alegría en lo cotidiano, aventura en la rutina.
Hay personas que son amor brillante, amor comprometido, amor solidario.
Hay personas que son perfectas en sus defectos y no lo ocultan.
Hay personas que son una mecedora para este torbellino que es el tiempo.
Hay personas que son libertad en sus abrazos, el pecho llenándose de oxígeno.
Hay personas.
Hay personas que son como los fueguitos de Galeano, capaces de incendiarse(te) cada instante, cada baile de ideas con cariño y con ternura.
Hay personas que debieran ser eternas no para mí, ni por yo vivirlas, sino porque todas las generaciones no importa cuando, pudieran descubrirlas; porque son luz, porque son esperanza, porque son maravilla.
Hay personas es la noticia y quizás para ellas sobren las palabras y solo haya que conocerlas.
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Thursday, August 30, 2018
Thursday, August 23, 2018
Original
Hablas en tus silencios mil palabras pensadas que me hacen parlotear como nunca, que me hacen decir lo que nunca diría.
Añoro mis silencios, aquellos que guardé en algún sitio y ahora ponte tú a buscarlos.
Y de tanto decir ya no digo nada, aunque escribo todo lo que no digo... porque jamás tuvo menos sentido explicarte lo que siento, así como nunca tuvo tanto sentido escribírtelo para que no sepas nada.
Más para mí, para recordarme estas cosas que suelo pensar: el impulso, las entrañas, la falta.
Sin idealizarte, conociendo nuestros imposibles.
Echo en falta las miradas y los gestos, esos con los que me contabas tantas cosas que ahora ya no tengo... y a la vez temo el momento en el que nos crucemos de nuevo.
¿Y si todo cambia? ¿Y si ya no veo lo que veía? O peor... ¿y si sí? Lo raro es que ya nos comprometimos, sin sabernos, nos condenamos y ya no hay marcha atrás.
Caminamos hacia el infinito más romántico, más platónico...
Caminamos, en definitiva, hacia la nada más significativa.
¿Qué poco original, no?
Añoro mis silencios, aquellos que guardé en algún sitio y ahora ponte tú a buscarlos.
Y de tanto decir ya no digo nada, aunque escribo todo lo que no digo... porque jamás tuvo menos sentido explicarte lo que siento, así como nunca tuvo tanto sentido escribírtelo para que no sepas nada.
Más para mí, para recordarme estas cosas que suelo pensar: el impulso, las entrañas, la falta.
Sin idealizarte, conociendo nuestros imposibles.
Echo en falta las miradas y los gestos, esos con los que me contabas tantas cosas que ahora ya no tengo... y a la vez temo el momento en el que nos crucemos de nuevo.
¿Y si todo cambia? ¿Y si ya no veo lo que veía? O peor... ¿y si sí? Lo raro es que ya nos comprometimos, sin sabernos, nos condenamos y ya no hay marcha atrás.
Caminamos hacia el infinito más romántico, más platónico...
Caminamos, en definitiva, hacia la nada más significativa.
¿Qué poco original, no?
Sunday, August 19, 2018
Querida amiga
Me llamas amigo y lo imagino agrio en tus labios. Lo dices a menudo, insistentemente, más como un recordatorio que como un sentimiento.
Te llamo amiga y sé que nos estoy mintiendo, y lo repito a diario a ver si así se hace un poco más cierto.
Querida amiga, disculpa que por un momento te sea sincero y no te llame amiga, deja que te mire fijamente a las palabras y te sea terriblemente sincero.
Tengo mucha gente a la que quiero, pero no hay tanta que provoque esa tormenta al ver un nombre escrito en una pantalla, ni ese temblor en el pulso al leer un mensaje, no hay tantas sonrisas en medio de la calle recordando pasajes de nuestras vidas, nuestras bromas y nuestras diferencias.
Y podríamos hablar de ese miedo al contacto físico, del miedo a los abrazos... Podríamos hablar de la distancia hecha de kilómetros y de realidades y circunstancias. Podríamos decir que ser amigos resuelve esta encrucijada, estos caminos paralelos que parecen no encontrarse. Podríamos transitarnos admirándonos así en la distancia, mordiéndonos el labio con medias sonrisas contenidas llenas de ideas, tentaciones y deseos ocultos.
Así podremos volver a mentirnos diciéndonos la verdad, susurrando en mensajes cosas del otro que en realidad pensamos distintas a como las decimos. Y podremos seguir llamándonos amigos, pero querida amiga, recuerda que no eres mi amiga.
No significa eso que la confianza sea falsa o que ese nosotros pierda valor, sino que si "una veta de amor reconoce en los míos [ojos]/ no alerte sus fusiles ni piense qué delirio/ a pesar de la veta o tal vez porque existe/ usted puede contar conmigo " y sé que yo puedo contar contigo, por esta medio verdad que estamos construyendo, porque amar está hecho de circunstancias y nosotros bien lo sabemos.
Así las cosas, cuéntame amiga, ¿que tal fue tu día?
Monday, August 13, 2018
La Amazonas
Nos miramos y nos decimos una vida.
Parpadeo, y en el instante que abro los ojos los ruidos reaparecen; el viento susurra historias irreales de un imaginario colectivo cada vez más desgastado construido con palabras cotidianas.
Me ponen delante de un espejo y yo me miro, por fin no hay nada, unos cimientos sólidos, con todo por reconstruir.
La seda de tus labios se posa sobre mi frente y se instaura el silencio, recuerdo el atardecer en la playa, el tacto de la hierba en los dedos de mis pies, la brisa en la proa de un barco navegante mientras el sol calienta mis ideas; ese efímero infinito en el que miramos con cada fibra de nuestro cuerpo, ese llenarse de vida que sana cada dolor del camino recorrido.
Y no te has movido, esa vida en microsegundos que pasa cuando decides separar nuestros átomos y todo torna a ser circunstancias.
Achinas la mirada, sonríes por etapas y el silencio vuelve, me lleva a la calidez del fuego haciendo crepitar la madera, al sonido de las cigarras que lo envuelve todo, al rugir de un jaguar a lo lejos, a las hojas secas en su deshacerse bajo el peso de la vida.
Preguntas vergonzosa qué me pasa, y me tumbo callado bajo la noche estrellada, las constelaciones dibujan mi alma y las estrellas fugaces graban con su estela una efímera marca indeleble.
Me acaricias y el Amazonas me arruya con sus ondas, me calma y me hace paz, sin zozobra, sin rumbo, sin destino.
Y te vuelves a apartar y la vida vuelve a ser ciudad, circunstancias y realidad.
Quizás la Amazonas, la selva, con su exuberancia inunde todas las cosas.
Quizás la Amazonas, esté más viva que nunca, aunque no podamos verlo, aunque queramos negarla y destruirla.
Parpadeo, y en el instante que abro los ojos los ruidos reaparecen; el viento susurra historias irreales de un imaginario colectivo cada vez más desgastado construido con palabras cotidianas.
Me ponen delante de un espejo y yo me miro, por fin no hay nada, unos cimientos sólidos, con todo por reconstruir.
La seda de tus labios se posa sobre mi frente y se instaura el silencio, recuerdo el atardecer en la playa, el tacto de la hierba en los dedos de mis pies, la brisa en la proa de un barco navegante mientras el sol calienta mis ideas; ese efímero infinito en el que miramos con cada fibra de nuestro cuerpo, ese llenarse de vida que sana cada dolor del camino recorrido.
Y no te has movido, esa vida en microsegundos que pasa cuando decides separar nuestros átomos y todo torna a ser circunstancias.
Achinas la mirada, sonríes por etapas y el silencio vuelve, me lleva a la calidez del fuego haciendo crepitar la madera, al sonido de las cigarras que lo envuelve todo, al rugir de un jaguar a lo lejos, a las hojas secas en su deshacerse bajo el peso de la vida.
Preguntas vergonzosa qué me pasa, y me tumbo callado bajo la noche estrellada, las constelaciones dibujan mi alma y las estrellas fugaces graban con su estela una efímera marca indeleble.
Me acaricias y el Amazonas me arruya con sus ondas, me calma y me hace paz, sin zozobra, sin rumbo, sin destino.
Y te vuelves a apartar y la vida vuelve a ser ciudad, circunstancias y realidad.
Quizás la Amazonas, la selva, con su exuberancia inunde todas las cosas.
Quizás la Amazonas, esté más viva que nunca, aunque no podamos verlo, aunque queramos negarla y destruirla.