Thursday, September 12, 2019

Querida Sole

Querida Sole,

Hacía tanto que no hacía esto que me tiemblan las manos. Hacía mucho que no tenía tiempo, que no lo de-tenía, para escribirte unas palabras.
Es que es tan fácil vivir sin ti de repente…

Ya me acostumbré a llegar a la cama y que no estés, me acostumbré a dormir sin un vacío tan tuyo como mío que me arropaba por las noches.
Es que Sole, hay veces que merece la pena estar sólo, y sé que te traeré de vuelta porque nos hemos hecho la una a la otra. Lo haré como lo hago siempre, como las hojas vuelven al otoño, me deshojaré y reposaré sobre tu frío vientre mi cabeza de nuevo para que me acaricies con tus manos llenas de compasión, para que me meses el pelo lentamente, diciéndome que todo irá bien… Pero es que contigo no era libre.

Hay veces que los barrotes no son cárcel sino un punto donde agarrarse para no caer. Es entonces que, cuando aprendes a ver,  lo que era encierro se torna naturaleza. Hay tantas libertades como circunstancias.
Y yo Sole, de repente, me siento más libre que nunca sin ti. Hay todo un camino de lunares hecho para mí que me guía; por su piel fina hasta encontrarme con su mirada achinada, vislumbrándome así como entrecortada, sin pesos ni contrapesos, por esta primavera que no suena a ritmo de bombo y proclamas, ni a descastarse, por la ropa tirada en los rincones de casa, por los segundos de la vida que me hacen llegar tarde sin hacer nada, haciéndolo todo.

Ese camino está alumbrado por luces entrecortadas por los agujeros de mi persiana, cuando agotado y exhausto, me arropo por fin al lado de una no ausencia.
Porque yo, nosotras, éramos ausencias. Y esta no ausencia me abriga cuando la angustia viene, cuando los miedos pesan y llenan mi habitación propia. Casi me atrevería a decir que esa no ausencia es presencia, y lo que es más emocionante, creo que de repente me hace ser presencia. Y qué raro es ser eso. ¿Qué será eso?

Sí Sole, te escribo para presentarte a Felisa y para contarte que por ahora hemos decidido acompañarnos, aunque siempre tendré una cierta debilidad por ti y me veré a escondidas contigo, para seguir dibujando paisajes en blanco y negro, para llenarme de ese otoño tan nuestro que siempre me da perspectiva.

Porque nosotras juntas éramos todo, y con Felisa no siendo nada, somos bastante, cada día un poco más.