Me dijeron que vendrías pronto
y que el tiempo pasa corto,
que no tenía más que dejarme llevar
como las olas del mar.
Así, milagrosamente, querida mejor amiga
desaparecería la pena y la melancolía,
fieles compañeras de travesía.
Pero me engañaron cual necio
pues cada día tiene un costoso precio,
no hay uno que no desgarre un poco
y me haga sentir algo loco.
No es normal esta falta que pesa
esta ausencia tan inmensa
este extrañar que rabia y quema.
Entonces me refugio en la poesía,
abro a Benedetti que también le escribía
a la añoranza mirando su reloj
y lo veo atado, siervo.
Es en ese instante que me dejo pensar
que quizás sí tiene sentido penar
por un ser querido que, esperas, volverá.
Puede que al final todo sea tan sencillo
como mirar el reloj con cara de acertijo
esperando a que adelante algo su paso
pero también puede que no sea el caso,
y que valga con seguir queriéndote un poco cada rato.