Wednesday, June 20, 2012

¿Loco o locos? Esa es la cuestión.


Veo cómo el mundo se desmorona a mi alrededor  y no puedo hacer nada.
La gente ha entrado en un estado de nerviosismo crónico mal enfocado que tiene por fin acabar con sus vidas.
Y sin embargo, si hablo con alguien de esto el loco seré yo.

Oigo gente gritándose por las esquinas porque no han hecho esa llamada importante o porque están demasiado cansados para prestarse atención el uno al otro. Se agobian porque no llegan a la tienda para hacer la compra o porque no controlan los tres millones de detalles de esa reunión, que es mero trámite, pero que forma parte de algo tan crucial como es su trabajo.
Y yo, que sereno y tranquilo vago por la vida, seré el que está loco.

Veo cómo se maquillan, se anudan la corbata mil y una veces, se peinan, se pintan, se prueban cientos de americanas, revisan el bigote, el entrecejo, los oídos, los zapatos… Todo para conquistar el mundo con una foto retocada.
Y yo, que me fijo en su soledad… El loco, el loco seré yo.

Si consigo que esto llegue a alguien y diga: “¡Qué gran verdad!”.
Entonces todo cambiará... No seré yo el loco, lo seremos los dos.

Monday, June 4, 2012

Carta a un Amigo II


Es lo malo que tienen estas horas, que llegan y uno está sólo en casa como quien dice. Puede que no pase nada, pero también puede ser que acabe viendo una película que le ponga sensible o un capítulo de una serie que le gusta y que suene una canción más lenta de lo que toca.

Puede ser también que, sin querer, uno lea una carta que te escribieron hace un tiempo. Esa que encontré sin que tú lo supieras, o al menos eso creo. Y entonces uno puede comenzar a pensar en las casualidades que tiene la vida.
Justo ahora que te apareces más asiduamente en sueños, voy y me encuentro con la cartita.

Irremediablemente amigo mío tengo que reflexionar, pues no soy proclive a dejar pasar las cosas, me gusta darle una y mil vueltas a cada suceso de mi vida.
Y ¿sabes qué? Que me doy cuenta que poco ha cambiado, aquí estoy un año después de haberte escrito por última vez. Plasmando en algo etéreo como la red que te echo de menos, para que algún conocido, o no, se pregunte quién eres y qué nos pasó, y el por qué no sé cómo, ni dónde mandarte todo esto.

Nada ha cambiado, seguimos en el mismo sitio en el que estábamos… Tú, callado. Yo, pensativo. Creo que jamás sabré si nos peleamos con motivo, nunca llegaré a vislumbrar el secreto de nuestra separación.
Sin embargo, mira… Algo hemos avanzado, creo que sufriste mucho, y que por eso tengo que olvidar muchas cosas.
Ayyy, en eso sí que nos parecíamos, llevábamos el sufrimiento escrito en nuestra sangre. ¡Y eso que no éramos hermanos! Yo lo sigo llevando. Tú… pues no lo sé. Parece que no es una enfermedad de esas que se curan. ¡Pero oye! Nunca se sabe ¿no? Hay que ser positivo, si no, poco nos queda.

El caso es que me gusta pensar que estás por ahí pululando, que me sigues vigilando, que sabes que más o menos estoy bien, que me lees y que te gusta lo que ves. Quiero pensar que sabes que te quiero amigo mío, de verdad, a pesar de todo.

¡Yo que sé! Sólo estoy aquí dejando ir mi imaginación, las palabras… Puede que esté loco, lo espero la verdad, al igual que tú no me gusta ser como el resto.
Además, me resisto a creer que el mundo está cuerdo.

En fin, que me estoy enrollando más de la cuenta, me despido ya. Un abrazo fuerte amigo, y ya sabes, si estás por ahí, avisa cabrón, que has perdido la costumbre de llamarme y se echa en falta.