Friday, January 23, 2015

Sueño de un amor asertivo.

Hoy vuelvo a coger mi pluma
inspirado por la luna
que me mira desde las alturas
y me abruma.

Me recuerda aquellos días
huyendo de policías.
Dando clases de sexología
atrapados en la utopía
de un futuro en el que tus ojos prometían
una vida llena de fantasía.

Pienso en esas tardes con cariño
mientras hablabas de niños
viajando, haciendo nuestro el camino
y yo creía que eso era un suicidio.

Lástima que nada fuese cierto
tan sólo un sueño de incienso
que quemé dando vueltas en mi lecho
con tu indiferencia observando desde el techo.

Y es que prefiero amar que ser amado,
pensarme en tu regazo,
que el dolor regale su abrazo
mientras resbala mi llanto…

A que eso de sentir pase al olvido
a que me quieras y yo no sienta lo mismo
a tener que hacer bromas contigo.

Aunque lo bueno es que para amarte, no te necesito.

Hoy por fin consigo mirar atrás
sintiendo que voy a más
conociendo la victoria de soñar
provocando que me miren mal.

Pero así es la vida, siempre he sido raro
nunca me sentí aceptado
y ni mi engaño ni me extraño
así la vida me ha educado
puño izquierdo bien alto
sin seguir nunca al rebaño.

Te recuerdo cantando
poemas de Antonio Machado
guiándome sincera a tu lado
con paciencia y sin enfados.

Disfrutando de ser insumisa
cambiando el amor a feminista,
mi bandera, tu sonrisa
la única por la que mataría.

Lástima que nada fuese cierto
tan sólo un sueño de incienso
que quemé dando vueltas en mi lecho
con tu indiferencia observando desde el techo.

Y es que prefiero amar que ser amado,
pensarme en tu regazo,
que el dolor regale su abrazo
mientras resbala mi llanto…

A que eso de sentir pase al olvido
a que me quieras y yo no sienta lo mismo
a tener que hacer bromas contigo.

Aunque lo bueno es que para amarte, no te necesito.

Y tranquila que aunque nada fuese cierto
lo que me inspiraste aún lo conservo
sabiendo de la importancia del respeto
hacia algo tan único como el recuerdo
de lo que me hizo pensar en ser perfecto.

Y por supuesto, lo confieso: sí, te quiero.

Friday, January 16, 2015

Escenas Cotidianas II

No es una gran historia, ni algo que pasar a los amigos, soy sólo yo por el placer de escribir, de que me leáis, hablando de cosas que me pasan.
Hoy me he levantado tarde y cansado, no he podido cumplir con mis obligaciones como estudiante, y de camino a la ducha como enfadado con el mundo, el mundo me ha dicho que aún podía hacerlo más: el pasillo de casa inundado. Toca achicar agua.
Una vez hecho he pensado que ya que la mañana estaba perdida, podía ponerme a hacer el resto de cosas que tengo pendientes, comprar, pagar el piso, limpiar... Pero aaaayyy... La vida es como es, y no como la teorizamos.
La dueña del piso tiene es del Santander, y estos desgraciados han tenido a bien poner una comisión de 3€ a todos los ingresos en cuentas en los que no seas propietario. Casi me dejo, pero al final he rectificado, y he dicho que no lo hicieran. Me he ido indignado, pensando que quizás la solución sea nacionalizar la banca, o por lo menos crear un banco nacional. A ver quién compite más.
También he pensado que la pobre Botín tenía que tener suelto para justificar la reciente ampliación de capital conseguida a base de hipotecas y especulación.
Pero supongo que encima hay que tenerla por heroína nacional, sin hacer nada para merecerlo es dueña de uno de los bancos más importantes, eso sí, robar pan u ocupar una casa vacía está fatal.
He salido directo al supermercado a ver si al menos la compra sí la podía hacer, y menos mal, algo que he podido resolver hoy. Mientras pesaba unos plátanos (con mis cascos puestos) un señor se me ha acercado. Me lo he quitado y me ha dicho: "Con una bolsa de plástico... tienes que usar una bolsa de plástico".
Lo ha dicho muy bien, despacito señalando a las bolsas, hablando lento, vocalizando en cada sílaba y alto, por si no le entendía.
Puede ser que pensase que era tonto, pero por la cara de sorpresa cuando le he contestado en castellano: "Sí, lo sé, pero es que prefiero no usar plástico si no es necesario" creo que pensaba que venía de fuera, y por ende, que desconocía el complejo mecanismo de las bolsas de plástico que tenía al lado.
Y así ha transcurrido el día hasta ahora, con una reflexión permanente: "Qué poco me queda de aguantar este modo de vida."