Hoy me apetece escribir con desenfado y
tranquilidad, de cosas agradables y que reconfortan el espíritu. Concretamente
me voy a centrar otra vez en algo que hacía mucho tiempo que no tocaba; quizás
porque lo tenía olvidado o quizás porque no quería recordarlo. Aunque
pensándolo bien, la conclusión a la que llego es que podría ser que tras un
duro año con demasiadas, de verdad, demasiadas pérdidas (¿vale ya no?), la
tristeza o como mínimo la apatía, me impedían recordar esas cosas bonitas que
tiene la vida.
¿Recordáis lo que se siente al mirar a
los ojos de un desconocido por primera vez y sentir una conexión instantánea? Ese
rayo, esas chispas, la electricidad que el ser humano es capaz de transmitir
convertido en una onda que llega a la otra persona o como mínimo a ti y que te
hace sentir vivo, muy vivo. Sientes que estáis unidos y todo lo que sabes cuando acabas de analizar lo que te acaba de pasar es su nombre y
aquello que hayas podido sacar por el contexto y el físico de la otra persona.
Pensemos en unas pecas, una mirada rubia
infantil pero con un toque canalla, una sonrisa encantadora y una gracia
natural suave, elegante pero terrenal. Y ya está. Qué simple, ¿no? Lo más
divertido de esto es que te lo puedes estar inventando por completo, claro que
cuando la sensación es tan fuerte es complicado pensar que sea todo un producto
de la imaginación.
Qué será, será... Whatever will be will be... The future's not ours, to see… Qué será, será.
La verdad es que la vida no deja de sorprendernos. A través
de unos ojos y con tres palabras puedes imaginarte un rico mundo detrás del
interlocutor que tienes delante. Incluso te puede parecer ver un toque de
tristeza. Cosas de la vida íntima de la persona con la que estás hablando que
ésta no te ha contado y que tú sin embargo ves, conoces. Vislumbras una
sombra que no podrías llegar a describir acertadamente pero que te gustaría
conocer y arrojar algo de luz a tanto misterio. Por muy absurdo que suene. Es
así.
Algo hay en los seres humanos que nos hace conectar unos con
otros. Llegamos a tener confianza con personas hasta el punto de saber qué
piensan en cada momento y qué es lo que les apetece hacer. Qué necesitan y qué
no. Se pueden llegar a mantener conversaciones incluso sin decir una sola
palabra.
Lo normal es que pase mucho tiempo hasta llegar a ese punto. Pero ahí están estos instantes mágicos que comento.
Lo normal es que pase mucho tiempo hasta llegar a ese punto. Pero ahí están estos instantes mágicos que comento.
Sea lo que sea ese algo no está estudiado, o yo al menos no
lo conozco. Algo dicen de las feromonas, pero esa explicación se queda muy
corta. En cualquier caso dejemos algo de misterio en la vida.
Yo por mi parte he tenido esa sensación en contadas
ocasiones; me sobran dedos de una mano (mejor, si no, no sería tan especial). Y
me parece tan maravilloso que lo único que se me ocurre es animar a todo el
mundo a disfrutar de esa sensación y del peligro que esconde. Te hace sentir.
Y de lo demás no os preocupéis, que lo que tenga que ser,
será.
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