Thursday, September 22, 2016

Pues eso...

[...]

-Que sí, que sí, que te entiendo... Vale... Ya... Sí, sí, sí, si lo entiendo y es cierto en parte... Vale... Que sí... Pero es que John era mejor, ¿qué no entiendes? Paul, es muy bueno, pero John...

Pausa para las risas. Debía ser la centésima vez que mantenían esa conversación, y siempre acababa igual.

-Venga tío, hablamos, sí. De tu parte, que estoy dando una vuelta aquí con ella. Cuídate, un abrazo.

+¿Otra vez él?

-Sí.

+Oye, respóndeme una cosa, ¿alguna vez me vas a querer tanto a mí cómo a él?

-A ver compi, hay cosas que no me puedes pedir, esta es una de ellas. Además ¿por qué te comparas? Sois diferentes, los sentimientos también.

+Ya bueno, pero es que he recorrido medio mundo contigo, he aguantado tus ideas peregrinas y tu trabajo muy dignamente, ¿sabes? No sé...

-Ya, ¿pero sabes algo que he hecho contigo y que no he hecho con él?

Los dos quedaron callados mirándose con complicidad antes de echar a reír.

-Me refiero aparte de eso... Pedazo mal pensada.

+Ya claro... Pero es lo que os falta.

-Noooo, bueno, quizás... No, no, ahora en serio. A ti te he escrito un millón de veces. Y lo sabes...

+Eso es trampa y lo sabes, no me has escrito tanto y además nunca me dices cuándo es por mí y cuándo por otras.

-¡¡¡¡OH!!!! ¡¡Pero qué poca vergüenza!!

Volvieron a reír.

"¿Qué fue de nosotros los independientes?
Qué de aquellos planes solitarios,
qué de los momentos especiales arbitrarios
qué de esa conexión entre nuestras mentes.

¿Qué fue de aquellos: "sin compromisos"?
Qué de aquellas reglas que pusiste
qué de no romperlas y qué si no pudiste
qué de aquello que convertimos en vicio.

Si todo aquello pasó pero no y fue sin ser
qué hacemos ahora con esto que no es.
Ahora que nada es real y es tan serio,
después de que cada día nos juremos lealtad.

Y basta de romper cuerdas en tu nombre,
de rasgar la garganta en mitad de la noche
de escribir como escape, por cierto mediocre
imaginando un ligero y tránsfugo roce.

Basta de excusas y malos tragos solitarios.
A otro con ese cuento que este perro con pulgas 
ya sabe conseguir comida. A otro, que éste ya no ladra,
aúlla por cada día lejos de ti. Y se lame,
consciente del tesoro enterrado bajo tu sonrisa."

+Eso no lo has escrito nunca.

-Tienes razón, eso me lo acabo de inventar, pero no dirás que no es maravilloso que con sólo mirarte pueda inventarte de esta manera.

+Siempre voy a perder, ¿verdad?

-Siempre es mucho tiempo, querida.

+Ya... Oye tú...

-Dime...

+Que eso...

Se volvieron a mirar y sonrieron.

-Sí yo también... eso.

[...] 

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