Ya
estamos a vueltas de nuevo
como
el lobo y la abuelita,
como
el rocío y los rayos de sol,
yo
en mi río llegando a tu mar.
En
este círculo que hemos construido
me
faltan vértices y reglas,
no
sé cuadrarte a mi gusto
ni
curvarme al tuyo tampoco.
Una
maleta y una partida de póker,
eso
tengo de ti en mi cuaderno.
Triste
sinsentido inconsciente,
juego
al escondite con tu recuerdo.
Nuevas
reglas: yo te escondo
y
tú no molestas siendo tú sin ser.
Porque
mira que cambiamos
y
sigo aguardando, no se bien a qué.
De
entre todas las salidas
de
esta rotonda, solo me gusta una
tan
cerrada, tan callada. Suposición:
subyace
en nuestras miradas.
Por
suponer, porque ni directo, ni indirecto,
y
me hago el tonto en tus silencios
a
la espera de que cerremos el círculo
como
debe ser, tendiendo al infinito.
Añadido.
Y
si me lo permite usted, ¿de qué va? No se puede ir por la vida así tan pasando
como si nada con tanta intensidad poniendo todo mangas por hombro. ¿Cómo voy a
arreglar este desaguisado intermitente al que me tiene condenado? Porque encima
es eso, me toca a mí poner orden, ¡a mí! Que lo más ordenado que tengo es la
cabeza y ya ve usted, que de tanto girar la tengo mareada.
Qué
ganas de tanto tornado.