Friday, November 11, 2016

Técnicas de test.

Aquí estoy una vez más, cara cara con la Luna, desafiando su arrogancia, todo su arsenal de imposturas para amedrentar las ánimas pérdidas que a estas horas se aferran a la melancolía para sentirse vivos.

Lo hago, pero no recuerdo cómo lo hacía, he cambiado, cuando ya casi tenía todas las respuestas, cambiaron al tipo test.
Y me he pasado los últimos meses haciendo muchas, ensayando para una meta difusa, a ver si lograba ese Matrix que se deja entrever entre las opciones que da la vida... Será la a... la b... la c podría ser, por poder... y la d me quiere sonar.

Las técnicas que me han enseñado, los atajos, no sirven. 33.000 preguntas y como si nada... aquí sigo varado.

Así que ya que me miras altanera, Luna Lunera, contraataco yo, que al final aprendí a defenderme de abusonas como tú.
Responded si os atrevéis cada tres errores uno menos de autoestima y confianza, es un juego a todo o nada.

1. ¿Qué fue lo que fuimos?
a) Sólo amigos.
b) Conocidos haciendo deporte.
c) Aventureros osados.
d) Dos idiotas pseudoenamorados.

2. Asumiendo que la mejor opción fue la que tomamos, ésa que nos devuelve a este aquí, a este ahora, ¿qué hacemos?
a) Fingimos normalidad, siempre se puede elaborar una amistad.
b) No nos hablamos nunca más, podemos vivir así.
c) Podemos no engañarnos y fingir ser dos más.
d) Todas son ciertas, aunque no nos lo creamos.

3. ¿Y qué si nos precipitamos?
a) Volvemos sobre nuestros pasos, reflexionamos.
b) Seguimos engañando a aquellos que ven lo mismo que nosotros.
c) Nos robamos sonrisas escondidas y miradas encubiertas.
d) Hacemos lo nuestro: abandonarnos y no hacer nada.

Tranquila descansa, vamos mal de tiempo, pero eso ya no nos asusta, bebe agua, respira hondo, unos segundos, no te desconcentres, tú puedes. Abre los ojos. Seguimos.

Acabamos ya, una última pregunta de estas del final, de las que agobian en la forma por su aparente complejidad pero que terminan siendo de respuesta directa. No pestañees, allá va.

Una historia de chica conoce chico, ella le invita a cenar, él rechaza, no se deja seducir así de fácil. Ella inconformista aplaca su curiosidad, pero vuelve a la carga, un anochecer cualquiera en nuestro bar, entra despreocupada, sonriendo, disparando a matar, me guiña un ojo: "quizás no a cenar, pero a una cerveza seguro que no te puedes negar" y su mano posada delicada sobre mi espalda me invita a arriesgarme, ¿qué es lo peor que me podría pasar? "Que te dejes enamorar", me dice sin apenas parpadear.
Pasan las horas y no hay música, ni barra de bar, ni gritos de borrachos, ni compañeras mandándote a la mierda, ni amigos olvidándose de mí porque ya estoy otra vez. Solos tú y yo en medio de la nada.

Pasa el tiempo y la conexión se hace complicidad y ésta pasión que a su vez trajo cariño y de ahí al vivir juntos llegando a la ausencia de ti y de mí y el no nos veamos más... al menos por un tiempo.
Coletilla de Damócles, maldito oráculo engreído que nunca miente pues aquí estamos otra vez, en esta nada que creamos siempre a nuestro alrededor, mirándonos muy fijamente, diciendo todo lo que miles de poetas no supieron escribir, queriéndonos furtiva y frustradamente.
Fin de la historia.

¿Qué hacemos? Recuerda, pregunta directa, esta vez no se puede fallar.

0 comments:

Post a Comment