No soy de los que se compromete con el
fracaso
ni de los que empiezan algo sólo por
pasar el rato
así que entenderás mi frustración y mi
desacato
pues mi mente se niega a dejar que el
olvido te deje de lado.
Tampoco pretende ser esto un paño de
lágrimas
en el que verter un conjunto de palabras
vacías
y que otras ánimas que se sientan
solitarias
puedan regodearse en la autocomplacencia
para sentirse vivas.
Esto es más un manifiesto político
en el que dialogo otra vez más conmigo
mismo
para intentar entender los motivos
por los que sigo recorriendo tu camino.
He hecho de Sísifo un mito al que adorar
ya sea por el griego original
o por el de Camus, ¡qué más da!
yo sigo empujando esta roca que no para
de rodar.
El hombre absurdo intentando no pensar
ambiente esperpéntico como en una obra de
Valle-Inclán
noches demasiado largas en soledad
con pintorescos personajes que vagan sin
estar.
Me prometo que estas son las últimas
palabras
con las que cierro este capítulo que no
acaba
retirándome a mi particular Moriah, entre
las montañas
esperando clemencia y que por fin reine
la calma.
Qué ironía, la conclusión después de
meditarlo
es que quizás sí me comprometo. Con el
fracaso.
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