Los poetas ya murieron
en el momento en que nacieron.
Acabaron los motivos
los mundanos y los divinos.
Desaparecieron los sentimientos enterrados
y las circunstancias no (r)evolucionaron.
Ya no esperen Lorcas, Albertis, Hernández ni Machados.
No esperen Nerudas, Dickinsons, Plaths ni Whitmans.
Se desvanecieron todos
en el círculo eterno de la Historia.
Entonces, ¿por qué escribir?
Escribimos porque escribimos.
¿Por qué escribir?
Porque escribir.
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