Aquí estoy una vez más, cara cara con la
Luna, desafiando su arrogancia, todo su arsenal de imposturas para amedrentar
las ánimas pérdidas que a estas horas se aferran a la melancolía para sentirse
vivos.
Lo hago, pero no recuerdo cómo lo hacía, he
cambiado, cuando ya casi tenía todas las respuestas, cambiaron al tipo
test.
Y me he pasado los últimos meses haciendo
muchas, ensayando para una meta difusa, a ver si lograba ese Matrix que se deja
entrever entre las opciones que da la vida... Será la a... la b... la c podría
ser, por poder... y la d me quiere sonar.
Las técnicas que me han enseñado, los
atajos, no sirven. 33.000 preguntas y como si nada... aquí sigo varado.
Así que ya que me miras altanera, Luna
Lunera, contraataco yo, que al final aprendí a defenderme de abusonas como tú.
Responded si os atrevéis cada tres errores
uno menos de autoestima y confianza, es un juego a todo o nada.
1. ¿Qué fue lo que fuimos?
a) Sólo amigos.
b) Conocidos haciendo deporte.
c) Aventureros osados.
d) Dos idiotas pseudoenamorados.
2. Asumiendo que la mejor opción fue la que
tomamos, ésa que nos devuelve a este aquí, a este ahora, ¿qué hacemos?
a) Fingimos normalidad, siempre se puede
elaborar una amistad.
b) No nos hablamos nunca más, podemos vivir
así.
c) Podemos no engañarnos y fingir ser dos
más.
d) Todas son ciertas, aunque no nos lo
creamos.
3. ¿Y qué si nos precipitamos?
a) Volvemos sobre nuestros pasos,
reflexionamos.
b) Seguimos engañando a aquellos que ven lo
mismo que nosotros.
c) Nos robamos sonrisas escondidas y
miradas encubiertas.
d) Hacemos lo nuestro: abandonarnos y no
hacer nada.
Tranquila descansa, vamos mal de tiempo,
pero eso ya no nos asusta, bebe agua, respira hondo, unos segundos, no te
desconcentres, tú puedes. Abre los ojos. Seguimos.
Acabamos ya, una última pregunta de estas
del final, de las que agobian en la forma por su aparente complejidad pero que
terminan siendo de respuesta directa. No pestañees, allá va.
Una historia de chica conoce chico, ella le
invita a cenar, él rechaza, no se deja seducir así de fácil. Ella inconformista
aplaca su curiosidad, pero vuelve a la carga, un anochecer cualquiera en
nuestro bar, entra despreocupada, sonriendo, disparando a matar, me guiña un
ojo: "quizás no a cenar, pero a una cerveza seguro que no te puedes
negar" y su mano posada delicada sobre mi espalda me invita a arriesgarme,
¿qué es lo peor que me podría pasar? "Que te dejes enamorar", me dice
sin apenas parpadear.
Pasan las horas y no hay música, ni barra
de bar, ni gritos de borrachos, ni compañeras mandándote a la mierda, ni amigos
olvidándose de mí porque ya estoy otra vez. Solos tú y yo en medio de la nada.
Pasa el tiempo y la conexión se hace
complicidad y ésta pasión que a su vez trajo cariño y de ahí al vivir juntos
llegando a la ausencia de ti y de mí y el no nos veamos más... al menos por un
tiempo.
Coletilla de Damócles, maldito oráculo
engreído que nunca miente pues aquí estamos otra vez, en esta nada que creamos
siempre a nuestro alrededor, mirándonos muy fijamente, diciendo todo lo que
miles de poetas no supieron escribir, queriéndonos furtiva y frustradamente.
Fin de la historia.
¿Qué hacemos? Recuerda, pregunta directa,
esta vez no se puede fallar.