Thursday, September 25, 2014

Escenas Cotidianas

Déjenme que les cuente una historia sobre mi casa: el mundo.

Andaba yo como entre ensoñado y despierto, ligero, de camino a la estación cuando la sociedad ha detenido mi avance: un semáforo en rojo.
A mi izquierda, una pareja sentada en un banco se ha encontrado con un amigo que cargaba una bolsa bastante llena. Primero se ha levantado él y se han saludado, el hombre que llegaba le ha entregado la bolsa y acto seguido el otro ha dicho algo así como: "Ahí está mi mujer" y ella se ha levantado y se acercado para saludar también. Venía (pues el amigo estaba entre la pareja y yo), y en cada paso destilaba elegancia, seguridad, naturalidad y modestia. Su belleza incuestionable para cualquier persona en su sano juicio. Lucía un largo y colorido vestido tradicional, imagino que senegalés porque me ha parecido escuchar "Wao, wao", ¡pero qué se yo! La mente oye lo que quiere.
El marido le ha cedido la bolsa de plástico llena y ella ha esbozado al amigo una blanca y brillante sonrisa.

En éstas, llega otro hombre (también del mismo país de origen) con sus dos hijos, una niña y un niño. Ha mirado al conjunto de nuestros protagonistas y los ha saludado, éstos le han devuelto el gesto mientras este último, sonriendo todavía, giraba la cabeza hacia sus hijos para decirles algo.

Un par de segundos, tres como mucho, y la mujer con la bolsa ha exclamado algo con un gesto de reprobación pintado en la cara, como diciendo: "No, no está bien" y se ha acercado mientras abría la bolsa, ha sacado una manzana para cada uno de los pequeños y se las ha entregado. El padre ha vuelto a sonreir agradecido y ella se ha ido de vuelta con su marido. Ya está, ni una palabra más.

La pareja se ha despedido del amigo que ha seguido su camino y se han acercado al semáforo donde estábamos el resto, sin hablar con nadie, ni mirarlos. Han esperado pacientemente y cuando la sociedad nos ha dado permiso, hemos continuado nuestro camino. La pareja, más aprisa, se ha perdido rápido, la familia algo más lenta, los han seguido, y yo con una sola pregunta en mente he entrado en la estación: ¿Algún día volveremos a ser como ellos?

0 comments:

Post a Comment