Podríamos hablar del tiempo
de ese deportista que está por todos lados
o del peinado de ese locutor
y estaríamos haciendo poesía
desnudos, en el sofá de casa: la tuya, la mía, la nuestra... qué más da si al final es esa manta que cubre a medias nuestros cuerpos entrelazados el único hogar que anhelo fuera de mí.
Podríamos, para variar, intentar comer algo, pero cada vez que amago con ir a la cocina me atrapan tu piernas que apenas me rozan, tus labios titiriteros que controlan mis manos que te acarician con la delicadeza de un suspiro, y te sujeto por la cara en un desesperado intento de vaporizar lo efímero de ese momento.
Presente contra presente, eso es amarnos, dormir a tu lado, abrazarte en una necesidad voluntaria constante.
Podríamos bailar agarrados, incluso podríamos hacerlo como mandan los cánones, con técnica depurada y giros inverosímiles, pero es que bailar separados estando juntos, es cosa de dos libertades que se desean y se expresan, de esa sensación tan fantástica individual que compartimos nace un amor hacia la más esencial sensación de plenitud de cada uno, y eso, eso sí que es bailar, como sólo nosotros sabemos.
Podríamos en fin, ser distintos de muchas formas diferentes, pero siendo nosotros tan bien, ¿por qué no sacamos la manta?
0 comments:
Post a Comment