Descubrí un escritor en él hace
relativamente poco tiempo, cuatro o cinco años máximo. No fue porque estudiara
su obra en la escuela, no fue porque me topara por casualidad con un libro suyo
en mi casa. Para nada…Me lo recomendó mi madre (qué apropiado, ¿verdad?).
Bendito aquel momento en que seguí su consejo para abrir la dura tapa de
Sonrisa Etrusca.
¡Qué delicia!
Entre sus páginas descubrí algo más que
un escritor.
Como en toda obra, se puede interpretar
más de la persona que escribe que del propio argumento.
Me dejó fascinado la sensibilidad que
desprendía en cada encuentro con su nieto Salvatore Roncone, pero más aún, esa
delicadeza que transmitía el autor, esa pequeña parte que reflejaba de sí
mismo y que nos regaló a los que no lo conocíamos personalmente.
Devoré las páginas de aquel libro con un
placer exquisito, como el de una buena comida francesa con vino suave.
Disfruté y paladeé cada palabra. Me
emocioné cuando finalmente la “bicha” se lo llevó. Y lo más importante, lloré.
Por primera vez desde que tengo uso de razón y después de la cantidad de libros
que he leído, esas páginas consiguieron lo que ninguna otra había hecho: las
lágrimas desbordaron mis ojos y cayeron lentamente al descubrir que toda
persona entrañable a la que llegas a querer, te abandona.
Es por eso que hoy va a ser un día muy
jodido, querido José Luis (permíteme la cercanía). Porque ya no te podré oir
más. No podré escuchar tus reflexiones sobre tu mundo, sobre los sentimientos,
sobre esa eterna incógnita que es la vida y que de momento nos esconde la
justicia que tanto anhelabas para todos.
Ya he leído que te etiquetaban de
filántropo, humanista… ¿Y qué más da? Mejor que cada uno te etiquete como
buenamente quiera, como cada uno te sienta.
Te fuiste sin grandes aspavientos tal
cual te intuíamos, modesto.
En mi cabeza te imagino con una pétrea
sonrisa de tranquilidad, satisfacción y felicidad.
Adiós genio. Pero sobre todo, gracias.
Gracias por toda la sabiduría que dejas tras de ti, por tu obra, por ese espíritu
intelectual, por impulsar el dudar de todo y buscar alternativas.
Gracias en fin, por haber sido tú, y en
cierta manera, habernos dejado conocerte.
Te echaremos de menos.
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