Monday, October 13, 2014

Despedida.

Todas las historias tienen un fin, y como tantas otras, ésta no es una excepción.

Se fue y no volverá, con el viento gélido de la guadaña exhaló su último suspiro y el mundo nos ha dejado huérfanos de una de esas mujeres anónimas que cambió el mundo y probablemente no lo sabía. 

No va a estar en las revistas, ni en los periódicos, tampoco va a ser noticia en los telediarios, ni se escribirán sentidas necrológicas más allá de ésta y de –ojalá– alguna más de familiares y amigos.

Marca un antes y un después porque ahora cuando estoy entre esas paredes de aspecto tristón ya no actúo igual. No saludo igual, no estudio lo mismo, me abstraigo aún menos si cabe e incluso me animo a hacer visitas extra para hablar con aquellas personas con las que se crea esa divina conexión que hace que sólo con escuchar estés ayudando, y lo más importante, que sean ellas las que quieran que estés. “Curar cuando se pueda, aliviar a menudo, acompañar siempre”.
Hacer esa carga menos pesada, de igual a igual, a veces con una pastilla, a veces dando una mano mientras llora.

No estaba presente. Me cuentan que fue en casa tranquila entre sus más queridos y sonrío: “Así debe ser”. Quizás después de todo, algo están consiguiendo desde este pequeño recodo del mundo para que fallecer sea algo menos traumático.

Así que hoy toca hacer algo así como un juramento, parecido al Hipocrático, pero más personal. Algo sobre lo que he hecho reflexionar a las personas que han tenido a bien dejarme entrar, ya sea a través del taller, una conversación o una chapa más monólogo que otra cosa. Ahí va:

Te prometo que haré todo lo posible por ser y saber más, permanentemente.
Te prometo no dejar que los años y el dolor que vea me hagan frío e inhumano.
Te prometo no olvidar que cuando estás en una cama quieres personas, no robots que te traten una enfermedad y nada más.
Te prometo implicarme con los pacientes a nivel emocional en el mayor número de casos que me sea posible.
Te prometo que voy a hacer lo posible para que cada día la clínica sea más humana.
Te prometo no olvidar que estoy escribiendo esto y por qué lo estoy haciendo.
Te prometo no olvidar lo que me has hecho sentir y lo que has significado para mí.
Prometo no olvidar tu sonrisa.
Prometo, no olvidarte.

Hasta siempre Marta, descansa.

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