Esto de tener memoria a largo plazo te permite recordar que cierto genio, un día escribió a otro genio asesinado.
Vicente devuelve por un día la sombra al paraíso donde tus hijas Adela, Martirio, Amelia, Magdalena y Angustias te guardan luto desde hace casi 80 años, esta vez por gusto y no porque Bernarda las obligue.
Hoy los rayos no cesan para recordar el nacimiento de nuestro querido Lorca.
Galopan caballos al sol y a la luna.
Max Estrella recuerda el frío que sintiera aquella esperpéntica noche en Madrid.
San Manuel duda de la existencia de Dios, no por razón, si no por lo injusto de tu adiós.
Llegará el día en que estatuas de estos héroes (algunos del 98) adornen las plazas de nuestras ciudades. Y los valles no serán de caídos, si no verdes como los campos de olivos de nuestro querido Machado.
EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
Antonio Machado
skip to main |
skip to sidebar
Wednesday, June 5, 2013
Sunday, June 2, 2013
Costumbres de risa.
Te escribo a ti que me estás leyendo. No
busco tu aprobación, tampoco tu desprecio. Sólo quiero tu atención, por un
momento.
Te hablo de chavales esclavos en fábricas
y me miras como a un loco. Sabes que existen pero es lo mismo, total, algo
tienes que llevar.
Practicas progresismo de salón, desde el
sofá todos tenemos derecho a:.. pero tu bienestar bien merece su sufrimiento.
El loco soy yo por buscar todas las
empresas que subcontratan antes de comprarme unos pantalones y engrosar las
cuentas de cabrones en Suiza.
Te hablo de Paraguay, casas quemadas,
niñas violadas, todo por unas semillas muy caras que atentan contra la vida y
la dignidad humana.
Te explico por qué no como carne y te
ríes jocoso, “pues el otro día bien que te ví comiendo butifarra”.
Bien, yo lidio con mis contradicciones
como buenamente puedo, ¿cómo llevas tú lo de centrarte en mis errores en vez de
en los tuyos?
¿Te acabo de decir que mueren personas y
tú me juzgas por no cumplir al 100% con lo que predico? Revisa tus principios.
No soy perfecto, pero al menos intento
luchar por lo que creo.
Me acusan de idealista exagerado, de no
tener medida, de haberme pasado.
Pido memoria, pregunta a tus abuelos.
Aunque me conformaré con imaginación.
¿Imaginas lo que es no dormir por las
noches pensando que vendrán a por ti apuntándote con una pistola mientras tus
hijos lloran?
¿No ir a la escuela, trabajar de sol a
sol sin educación, vacaciones, familia o amigos?
Yo sí, y no me gusta. Se me encoge el
corazón y por eso hago lo que hago en mi día a día. Si no compartes mi opinión
me parece bien, allá tú. Pero por lo menos ten la decencia de callarte y
dejarme vivir tranquilo.
Si te sientes atacado por este texto
revisa lo que has hecho y qué pretendes cambiar.
Si al leerlo lo que te viene a la cabeza
es: “por fin alguien dice lo que pienso”, no cantes victoria, aún nos queda
mucho para ser perfectos.
Thursday, April 18, 2013
Odio
Tres hogares en tres zonas diferentes del
mundo. Tres niños inocentes que quieren y son amados con locura por sus
familias. Y hasta ahí llegan las semejanzas, ¿o no?
Simiya, 13 años, vive en Sudáfrica. Es
hijo de una pareja denominada “coloured”. Su padre es descendiente de la
población holandesa que colonizó
esas tierras y que no conoció una relativa igualdad interracial hasta 1994
cuando se realizaron las primeras elecciones plurirraciales. Se había casado
con una chica que vivía en su casa y hacía las tareas del hogar. Era negra. Su
familia rica, como la gran mayoría de la población blanca en ese país, se había
opuesto en un principio al matrimonio. Pero poco a poco fueron aceptando la
situación e incluso llegaron a alegrarse cuando se enteraron de la llegada de
Simiya al mundo.
Carlos Alberto Sánchez Guevara nació en
Zapatinni Cue, distrito de Yhú, Paraguay. Ahora tiene 15 años. Es hijo de
campesinos pobres, conoce de sobra la realidad que supone el hambre diario.
Comer a base de pan y sopa. Que le duela el estómago porque hace días que no se
lleva nada decente a la boca. Sobrevive con las pocas familias que quedan en
esta zona a algo más de 200 kilómetros de Asunción.
Melissa Parks, Nueva York ciudad. Tiene
12 años. Su padre trabaja en una empresa de telefonía móvil mientras que su
madre se dedica a cuidar de ella y de sus tres hermanos. Hasta ahora ha hecho
la educación primaria en casa, pero cuando llegue el invierno comenzará a ir al
instituto. Aprenderá Historia, la guerra de Secesión, los presidentes de los
EEUU, la guerra de la Independecia; Matemáticas, trigonometría, geometría
analítica, derivadas; Literatura leerá a Joyce y su Ulises, Romeo y Julieta,
Lord Byron… Pero sobre todo hará muchos amigos, se divertirá, etc.
Todos estos chicos viven, sin saberlo,
realidades que están completamente relacionadas tejiendo una red de horror que
condena a demasiada gente al sufrimiento y el dolor diario.
La frialdad del reloj se hace notable a
medida que caen los granos de arena, quedan menos instantes de risas, de
abrazos en la cama, de la despreocupación del día a día.
10 de septiembre y un señor sin rostro
llama por teléfono. Tan sólo una sombra desconocida. La conversación apenas
dura un minuto.
-It’s the moment. Do it tonight.
-Claro, parcé. Délo por hecho.
El efecto mariposa ha comenzado.
Son las 00.01 en Zapatinni y Carlos se
despierta sobresaltado por los gritos que oye en la casa. Apenas le da tiempo a
reaccionar, una figura que no conoce le ha agarrado del pelo y lo lleva a
rastras fuera de su casa.
En el pasillo se encuentra con su hermana
de 19 años y su madre, ambas llorando. Su padre se desangra a su lado debido a
las balas que han perforado su cuerpo.
Pide clemencia con la mirada mientras ve
cómo queman su casa con sus pocas pertenencias dentro.
-Putas, deberíais haber hecho caso al
gran jefe. Eran sólo unas semillas. –Exclama uno de los cobardes mientras
desgarra la ropa de sus presas.
Carlos, impotente, intenta luchar contra
los desgraciados que ahora se dan un puerco y violento festín con su madre y su
hermana, pero es inútil. Son más y más fuertes.
Jura vengarse si vive para contarlo.
Cuando todo acaba ha quedado huérfano de
padre y madre, su hermana ya no jugará con él. Lo que antes llamaba casa ahora
no son más que cenizas y el campo que antes usaba para malvivir ahora será
ocupado por otros.
-¿Le matamos?
-Déjalo, va a morir de hambre.
Carlos se aferra a lo único que le
mantiene con vida, a la promesa de que en un futuro se hará justicia. El odio.
*****
Han pasado ya unas horas desde que Carlos
se desmayase en sus terrenos.
El ruido de la ciudad va acorde con la
frenética actividad de ésta. El Sr. Parks camina tranquilamente hacia su
oficina. Viene de una reunión importante. Está a punto de cerrar un contrato
con una de las empresas más conocidas de telefonía que no atraviesa sus
mejores momentos financieros.
Va absorto en sus pensamientos; en su
hija y el fin de semana que le había prometido en el zoo. “Ya va siendo hora de
lo cumplas, joder. A este paso cuando te quieras dar cuenta no querrá saber
nada de ti”.
Un avión pasa cerca de donde él está.
“Como le gustan a Melissa los aviones, podríamos irnos de vacaciones a
Disneyland o algo así”.
Está a punto de cruzar la calle cuando de
repente todo se queda en silencio…
Siente un dolor intenso en los oídos que
se le han taponado. Es tan fuerte que se ve obligado a abrir la boca. ¿¡Qué ha
sido eso!?
Apenas le ha dado tiempo a ver una
bocanada inmensa de fuego proveniente de los gigantes que miran desde las
alturas la ciudad de Nueva York
Ve cómo la gente corre gritando. Se
encuentra desorientado, no puede oir nada, todo va a cámara lenta. Echa a
correr, pero a los pocos segundos un bloque de hormigón detiene su avance. Como
él cerca de 2.000 personas caerían aquel día.
No podrán volver a ver a su familias,
cumplir sus promesas, despedirse…
*****
Simiya se levanta hoy ido, movido por una
fuerza que no sabe de dónde proviene, apenas siente. Pero padece, y mucho.
Se viste despacio, apenas consciente de
que lo hace. Baja las escaleras desde su habitación y pasa al salón. Se sienta
en el sofá y espera a que llegue su padre que se está terminando de anudar la
corbata.
-Papi, ¿me explicas otra vez lo que le ha
pasado a mamá?
-Venga hijo, vámonos. Hoy va a ser un día
duro. Llora lo que necesites, no eres más débil por ello.
-Es sólo… que la voy a echar de menos.
Hacía años que el Apartheid había
acabado. Sin embargo, aún quedaban personas que no habían aceptado la
situación, que no habían olvidado tantos años de injusticia.
Consideraban a la madre de Simiya una
traidora.
Un día mientras iba a hacer la compra, la dispararon.
*****
Cualquier
parecido con la realidad es una mera cuestión de probabilidades.
Tuesday, April 16, 2013
All In
El póker es un juego complicado, hay
muchas reglas, muchas matemáticas, etc.
Es divertido sin duda… cuando se gana. Es
más jodido cuando se pierde.
Sin embargo, y siendo cierto esto último,
quizás, sólo quizás, el perder es lo que te hace volver a jugar.
Hay una regla de oro en el póker, es lo
primero que se aprende cuando uno empieza a jugar: JAMÁS hagas un “all in” para
recuperarte.
Cuando te sientas en una mesa después de
haber perdido corres el peligro de dejarte llevar por el desánimo, por la rabia
y la desesperación, y con ello jugarte todo aún sabiendo que vas a perder.
Pero está en el ser humano… Un solo gesto
de tu rival te puede hacer resbalar, apostar por algo que en el fondo sabes que
no va a ir bien, que es imposible que te dobles.
Pero esa mirada profunda te hace dudar,
un pequeño guiño inventado por tu mente confusa (o no) te hace pensar que
quizás esa sea la tuya, que el destino te ha deparado algo de buena suerte por
fin. Y te lo juegas todo…
Pierdes, y te desesperas aún más. Has apostado
tus ahorros y ya no te queda nada más que el trabajo diario. Te odias por no
haber sido más racional, por no haberte agarrado a lo que ya tenías (que no
estaba nada mal): esa seguridad y esa comodidad que te habías trabajado.
Lo has perdido todo, y ya no podrás jugar
durante un tiempo.
Pero es posible que sea necesario caer en
el fango, e incluso revolcarse bien en él, para salir a flote. Incorporar la
experiencia de la derrota a tu mochila para futuras partidas. Saber que
mientras tu vida no dependa de este maldito juego aún estás a salvo.
La clave es recuperarse bien del golpe
hasta que tus entrañas no decidan por ti.
Una vez hecho, vuelve a introducirte en
el juego. Aprende bien cómo son tus rivales y elige aún mejor a tu contrincante
final. No vuelvas a caer en los mismos errores de antaño.
Con todo esto claro, ve a por todas.
Apuéstalo todo. Y quién sabe… quizás sea posible, aunque nunca se sabe, que
hayas elegido al contrincante adecuado.
Pero recuerda, cuando te lo haya dado
todo, compártelo. Pues lo más importante de este juego, al igual que en otros,
es divertirte y tener a alguien al lado con quien disfrutar.
Tuesday, April 9, 2013
Adiós, José Luis.
Descubrí un escritor en él hace
relativamente poco tiempo, cuatro o cinco años máximo. No fue porque estudiara
su obra en la escuela, no fue porque me topara por casualidad con un libro suyo
en mi casa. Para nada…Me lo recomendó mi madre (qué apropiado, ¿verdad?).
Bendito aquel momento en que seguí su consejo para abrir la dura tapa de
Sonrisa Etrusca.
¡Qué delicia!
Entre sus páginas descubrí algo más que
un escritor.
Como en toda obra, se puede interpretar
más de la persona que escribe que del propio argumento.
Me dejó fascinado la sensibilidad que
desprendía en cada encuentro con su nieto Salvatore Roncone, pero más aún, esa
delicadeza que transmitía el autor, esa pequeña parte que reflejaba de sí
mismo y que nos regaló a los que no lo conocíamos personalmente.
Devoré las páginas de aquel libro con un
placer exquisito, como el de una buena comida francesa con vino suave.
Disfruté y paladeé cada palabra. Me
emocioné cuando finalmente la “bicha” se lo llevó. Y lo más importante, lloré.
Por primera vez desde que tengo uso de razón y después de la cantidad de libros
que he leído, esas páginas consiguieron lo que ninguna otra había hecho: las
lágrimas desbordaron mis ojos y cayeron lentamente al descubrir que toda
persona entrañable a la que llegas a querer, te abandona.
Es por eso que hoy va a ser un día muy
jodido, querido José Luis (permíteme la cercanía). Porque ya no te podré oir
más. No podré escuchar tus reflexiones sobre tu mundo, sobre los sentimientos,
sobre esa eterna incógnita que es la vida y que de momento nos esconde la
justicia que tanto anhelabas para todos.
Ya he leído que te etiquetaban de
filántropo, humanista… ¿Y qué más da? Mejor que cada uno te etiquete como
buenamente quiera, como cada uno te sienta.
Te fuiste sin grandes aspavientos tal
cual te intuíamos, modesto.
En mi cabeza te imagino con una pétrea
sonrisa de tranquilidad, satisfacción y felicidad.
Adiós genio. Pero sobre todo, gracias.
Gracias por toda la sabiduría que dejas tras de ti, por tu obra, por ese espíritu
intelectual, por impulsar el dudar de todo y buscar alternativas.
Gracias en fin, por haber sido tú, y en
cierta manera, habernos dejado conocerte.
Te echaremos de menos.
Tuesday, April 2, 2013
Carta a un amigo III: despedida.
Hola querido amigo, te vuelvo a escribir
como cada año. Es curioso que en esta ocasión lo haga prácticamente en el
aniversario de mi última carta…
Tengo que decirte algo que no te va a
gustar, pero va a ser corto. Y si mi lees, que ojalá sea así, espero que lo
comprendas y te alegres. Esta es mi tercera y última carta para ti.
Sí lo sé, es duro. Pero debes saber que
eso no quiere decir que te vaya a olvidar, no señor, más bien al contrario, te
voy a recordar como siempre lo he hecho pero con mayor tranquilidad y
satisfacción.
En fin, jamás lo habría imaginado pero
resulta que en este año he cambiado. Completamente. Podría acotar más las
fechas, pero me gusta el misterio.
La verdad es que estoy viajando mucho, y
aunque no puedo visitar los sitios a los que voy, la verdad es que me sienta
genial. Me siento bien yendo de un sitio a otro arreglando cosillas por aquí y
por allá. Pero lo mejor de todo es la calidad de la gente que estoy conociendo.
Alucinarías. Bueno, miento, te reirías de mi como casi siempre que empezaba un
proyecto nuevo.
Quiero que sepas compañero que este adiós
es dulce, muy dulce. Porque me he quitado la losa que suponía tu sombra, el mar
de dudas en el que me había sumido.
Todo ha pasado. Te había dicho que te
había perdonado, y era cierto. Que te quería, y era cierto. Ya sabes que yo
nunca miento cuando se trata de temas importantes. Pero la verdad es que aún no
sabía como asumir tu partida, y ya hace años que me dejaste con un peso a la
espalda que no siempre es fácil de llevar: el desengaño.
¡Caray! ¡Qué orgulloso estarías de mí si
vieras lo que he hecho! Yo lo estoy, y mucho.
Has sido compañero fiel en muchas etapas
de mi vida, en otras no tanto. Me abandonaste sin todas las explicaciones que
correspondían.
Pero como he dicho, todo eso es pasado.
Ahora me toca vivir con tranquilidad,
perseguir mis objetivos. Quién sabe, quizás hasta busque una compañera con la
que compartir parte de mi tiempo…
Ya, yo tampoco me lo creo mucho, no se me
da bien eso.
Bueno, te dejo. Ha sido interesante
compartir 20 años de vida contigo, aunque muchos de ellos no lo hayamos hecho
físicamente. Disfruta allá por dónde andes, si es que lo haces. Y que sepas
tío, que te quiero. No te olvidaré.
Curiosidades
Es curioso, yo que siempre presumí de no
ser sentimental, de no atarme a ningún sitio…llevo tres años mudándome, yéndome
de casa. Pero no de varias, si no de la misma. Hoy me llevo las últimas maletas
con ropa, la que me hace más formal, más guapo que diría mi abuela (para ella
no hay quien me gane con una camisa puesta).
Me llevo una maleta entera cargada de
recuerdos y emociones, de experiencias buenas y no tan buenas, amores, odios y
pasiones que recordaré. Soy un resultado de ello.
Es curioso también que haya gente que se
sorprenda cuando le digo que no voy a volver a corto plazo. A muchos les extraña
que no vaya a volver a vivir en casa, con mi familia. Incluso a mi madre, quién
lo diría…
Me divierte pensar que a lo largo del
camino nos encontraremos muchos compañeros que dejo atrás y que con una cerveza
en la mano celebraremos los recuerdos comunes con alegre melancolía.
Tercera curiosidad: mi propia sorpresa en
todo esto. Pensé que me había ido ya hace tiempo y que sólo venía de visita. Es
cierto que notaba que cada vez que me iba llevaba en la maleta algo más pesado,
pero quién iba a imaginar que era porque aún no había acabado.
Pero sin duda lo que más perplejo me deja
de todo este periplo, es que me dejo una maleta acá. Me hubiera gustado
elegirla, apostar por ella, pero simplemente no cabe. Es complicado, no me la
puedo llevar aunque me gustaría.
Es bonita, preciosa la verdad. Me hace
sentir bien. Sé que puedo hablar con ella si quiero, me escuchará. Y ella me
habla cuando quiere. Claro, es mi maleta.
Vendré a verla de vez en cuando, sólo
faltaba. Y quién sabe, quizás en algún momento me la pueda llevar conmigo.
*Nota:
cualquier parecido con la realidad es una malsana perversidad de mi mente
diabólica. Elijan qué es, y qué no real.