La aventura fue en su casa, en la intimidad de la oscuridad.
Mi crimen fue quererla por una noche; el amor es a veces así de corto.
Por qué la quise, no lo sé, quizás fuera el suave roce de sus labios en los míos, su mirada desecha, cómo se estremecía entre mis brazos, la ternura con la que me cogía de la mano, me acariciaba...
Por qué la quise, no lo sé, quizás fuera el suave roce de sus labios en los míos, su mirada desecha, cómo se estremecía entre mis brazos, la ternura con la que me cogía de la mano, me acariciaba...
Mi crimen fue despedirme como si no fuera a haber mañana, dejarla allí con misterio, desear volver a verla y no decirlo. Su pelo, su olor que me persigue...
Mi crimen fue saber que era distinta y que no me importase, ver más allá de lo que aparentaba y dejar que entrara. No aburrirme con ella, no estar incómodo abriéndome tan pronto.
Mi crimen fue quererla o quizás pensar que ella también lo hizo. Rendirme a su forma de hacerse la ofendida, hacerla reír adrede, engancharme a esa imagen suya, casi de felicidad. Que me conociese sin habernos visto, que me susurrara al oído..
Mi crimen fue... O puede que sea quererla, y no saber por qué. Haber vuelto a la realidad, mirarla a través de un cristal opaco y recordarla, idealizarla. Pensar y escribir aquello que pudo ser y no es.
Mi crimen es quererla y no saber por qué.