Sunday, June 21, 2015

Akinu

Akinu disfrutaba bailando, su pelo hondeando al viento que generaba con sus movimientos, la ligereza de éstos. Se movía como ingrávida, en esos momentos en los que las miradas de los demás no importan, cuando lo único que existe es el presente y el ruido desaparece, cuando la música inunda el alma y te transporta a otro mundo, allá donde sólo se puede llegar inmaterial y etéreo.

Verla era maravilloso, la gracia de sus brazos en forma de curva invitando a ligarse a la Tierra, a una especie de corriente de energía que recorría esa misma habitación en donde todos estábamos expectantes a sus giros, a esa sensibilidad que desprendía con sus ojos cerrados, a aquello, fuese lo que fuese que le hacía moverse.
Con pasión y con dolor. Se podían observar los labios apretados de rabia y de vez en cuando una sonrisa, ya fuera por algún recuerdo o por el alivio de dejar ir todo aquello que necesitase sacar.

Todos hipnotizados ante tanta belleza, ante esa estética del dolor…

*****

Es curioso, había conocido aquel bar una noche lluviosa tras un largo paseo reflexionando. Estaba pensando en la vida y cómo ésta da vueltas de manera aleatoria para juntar y desjuntar por aparente casualidad siempre. Pasé por el lado de una pequeña puerta estrecha. Un pequeño letrero encima invitaba a entrar a personas como yo: “Bar De Los Olvidados”, mejor carta de presentación no podía tener.

Al abrir la puerta, bastante añada ya, me sorprendió el lugar. Paredes de madera, luces muy íntimas, cuadros de músicos de los que ya no nacen… Aquel sitio estaba hecho a la medida. Me senté en la barra y pedí una cerveza. Cuando el camarero la trajo lo abordé para saciar mi curiosidad.

-¿Qué es este sitio? Nunca que me había fijado en él.

+Esto es un bar que siempre ha estado aquí, lo que pasa es que la gente no se suele fijar en él porque no es muy llamativo desde fuera. Sin embargo como ves, siempre hay gente. –Respondió haciendo un breve gesto con la cabeza–.

-Te gusta trabajar aquí, ¿eh?

+Disfruto mucho, sobre todo las noches de concierto.

-¡¿Hacen conciertos?! ¡¿Cuándo?!

+Todos los días, pero me temo que hoy no podrás asistir.

-Vaya… ¿Se han agotado las entradas?

+No amigo, no. Es que hoy no es un buen día para que puedas disfrutar del concierto, así que no puedes asistir. –Espetó medio riéndose ante la obviedad de la respuesta–.

Yo, algo molesto por interpretar que se estaba riendo de mí, respondí airado.

-¡Pero bueno! ¿A santo de qué vas a decirme tú si estoy preparado o no? Pago la entrada pues entro si quiero.

+Relájate amigo, que no me quería burlar. Los conciertos no cuestan dinero, así que esas reglas aquí no valen. Y lo de preparado entiendo que suene raro, pero hazme caso, si vuelves asiduamente lo entenderás, no tienes más que mirar a tu alrededor, ¿parece esto un bar normal?

Eché un vistazo a la gente y noté algo extraño en sus caras y su forma de hablar, no sabría decir qué era… Pero era cierto que se dejaba notar un algo distinto en las personas de aquel bar. Bien mirado, el bar en sí era extraño.

-Disculpa… un día duro. Tráeme la cuenta cuando puedes.

+No lo suficiente, amigo, no lo suficiente. Hoy invita la casa. –Y señaló un cartel que había detrás de él con las botellas de alcohol que rezaba: “Guarde el dinero, hoy invita la casa”–.

Así que me despedí agradecido y deseando volver al día siguiente a ver si estaba preparado para ver un concierto de los que se hacían allí.

*****

Volví varios días pero ninguno fue posible, ninguno de los días estaba preparado. Cada día el cartel seguía ahí, así que cada día era invitado.

A veces iba con amigos, otras veces con alguna persona especial para hacer tiempo hasta el momento de despedirme y evitar de alguna manera invitarla a subir a casa.
No hacía mucho aprovechaba cualquier oportunidad de obtener algo de compañía, ahora simplemente me cansaba la idea y no me sentía a gusto después en mi propia cama. Tener una persona extraña con la que no tienes ningún tipo de conexión más que la puntual del sexo es muy incómodo, y no estoy hecho para echar a una persona de casa así sin más.

Así fueron transcurriendo las semanas. Seguía yendo, ya casi ni recordaba el por qué había empezado todo aquello, pero me gustaba aquel sitio, era como mi segunda casa. Muy acogedor.

*****

Era de día, el sol hacía horas que entraba por mi ventana y yo estaba perezoso como siempre que estoy recién levantado. Miré la hora que marcaba el reloj de pared que me había regalado mi padre de los Beatles: las 14:34. “Pufff… cada día me despierto más pronto”.

Me cociné un poco de pasta y salí a dar un paseo por el barrio. Hacía tiempo que no me paraba a observar a la gente que se podía considerar vecina ni las calles donde transcurría mi vida.

Una cierta alegría me invadía, iba optimista y bien erguido, casi bailando mientras caminaba. Y en esas estaba, como ido, cuando noté una mano que se posaba sobre mi espalda.

+¿Qué pasa, que ya ni nos saludamos?

Me llevé un buen susto, y a la adrenalina que ya tenía tuvo que sumarse el vuelco al corazón que sentí al encontrarme con aquellos ojos y esa sonrisa de nuevo

-Vaya, Paula, qué agradable sorpresa. Nótese la ironía…

+Veo que no has perdido en sarcasmo con el tiempo. Haz el favor, ¿no? Una vez dijimos que los abrazos eran de obligado cumplimiento.

Reí con ganas.

-¡Qué morro tienes! Ven aquí anda.

Y nos fundimos en uno de esos abrazos donde el tiempo no importa y son los cuerpos los que dictan cuánto tiene que durar.

Todo seguía en orden, la misma confianza de siempre, las mismas miradas, la misma capacidad para saber en qué estaba pensando el otro… Nos pusimos brevemente al día y le conté que un día teníamos que ir a aquel bar que acababa de descubrir. Ella aceptó de buen gusto, aparentemente. Ambos sabíamos que no iba a ser.
Hacía ya unos meses desde la última vez que la había visto y nada había cambiado, nada de vernos: “no era el momento”.

Seguí mi paseo pensando en todo lo que habíamos compartido, era gracioso. Aún me gustaba después de todo… Si aquel día ya estaba alegre, ahora no podía mejorar.
Estuve toda la tarde fantaseando y tomando notas, cualquier cosa podía ser interesante en un futuro y valía la pena guardar esos pensamientos para un momento más idóneo que invitase a la reflexión. Uno de mis hobbys: pensar.

*****

Esa noche volví al bar. De madrugada, más bien, como siempre. Ya había entrado en esa fase íntima y pensativa que tengo cuando se apaga la luz del sol y había decidido brindar en compañía por la vida que nos daba momentos incomprensibles que hacían de cada día una aventura.

Según entré por la puerta me habló Guille, el camarero.

+¡Mírate, hoy sí que estás para concierto!

-¿Cómo? ¿Hoy? Pero si he tenido un gran día…

Hablé sin pensar, deduje de la primera noche que sólo los que estaban realmente mal podían entrar a los conciertos, pero no se me había dicho como tal.

+¿Eso crees eh? Va, ánimo, que tú puedes.

Llegué a pensar que me estaba tomando el pelo, aquello no tenía sentido, pero me callé, por fin iba a poder ver el espectáculo.

Me hizo una seña para que pasase por detrás de la barra y me metió por una puerta que había. Daba a una salita donde había un pequeño escenario. Allí había más gente sentada esperando. Me senté en mi silla y al punto se apagaron las luces. “Qué suerte” –pensé­–.

Se iluminó el escenario y en él no había más que un pañuelo rojo en el suelo. De la nada, se oyó una corriente de aire que hizo moverse al pañuelo que comenzó a girar y a hacer formas preciosas en medio del aire. Poco a poco, o de repente, no sabría decir, apareció una mujer como envuelta por el pañuelo, que seguía todos sus movimientos elegantemente, como si fuera una parte más de ella, como si ella no fuese más que la sombra que seguía la seda roja. Ella continuó la danza que se había iniciado por aquel viento.

Disfrutaba bailando, su pelo hondeando al viento que generaba con sus movimientos, la ligereza de éstos. Se movía como ingrávida…

*****

Cuando acabó el espectáculo y se encendieron las luces nadie se movió de su asiento. Miré al de al lado, y estaba visiblemente emocionado.

-Ha sido maravilloso, ¿verdad?

+Ha sido… Algo increíble… Y ella… cada vez es más bella, a pesar de no tener pelo.

-¿Cómo dice?

+Que la belleza, va más con la personalidad que con el físico, ¿no le parece?

-Sin duda, sí… Pero…

Y me quedé callado. No tenía muy claro lo que estaba pasando… El hombre me miró y lo entendió al instante.

+¿Eres nuevo por aquí, no? Ánimo, ojalá que no vengas mucho; créeme que la felicidad que sientes no es más que un espejismo, duele mucho más. No compensa.

No me dejó decir nada, se levantó y se marchó por el mismo sitio que había venido yo. Esperé unos instantes para que mi cabeza aterrizase, luego imité a aquel perturbado hombre.

Al salir al bar, allí estaba todo el mundo ajeno a lo que había pasado. Esa misma extraña sensación que ahora tenía sentido… aún no estaban preparados.
El camarero me miró y me indicó que me sentase.

+¿Qué te ha parecido? Pregunta.

-¿Quién es?

+Akinu, el espíritu de una mujer que fue maltratada durante demasiado tiempo como para dejarse morir. La tortura pasó a ser su modo de vida.

-¿Espíritu has dicho?

+Sí, como tú, que pareces humano, pero andas en otro mundo más allá del terrenal, igual que yo, igual que todos los que están aquí.

-¿Por qué no la veía igual que el otro? ¿Por qué hoy?

+Muy superficiales aunque bastante acertadas las preguntas. Déjame reformularlas: ¿Qué tenían en común la mujer que has visto tú y la que ha visto él? Una pista, hoy estabas preparado.

Me quedé callado mirando fijamente a Guille que me aguantaba la mirada transmitiéndome una paciencia infinita, un sentimiento que me venía a decir, puedes descansar conmigo todo lo que quieras.

Y lo vi claro, entendí lo que tenían en común la descripción de aquella mujer y lo que yo había visto.
Casi podía notar como mis ojos se iban poniendo rojos poco a poco, y luego cómo las lágrimas comenzaron a invadir mis ojos hasta el punto de rebosarse y empezar a resbalar por mis mejillas.

Guille me acarició con la mano en la nuca y me agarró con firmeza para infundirme ánimo.

Yo le miré y quedamente pude llegar a decir:

-¿Me pones una cerveza?


+Claro amigo, hoy invita la casa…





Wednesday, June 3, 2015

Pinocchio

Que fácil es cortar los hilos
de un títere descosido.
Qué pronto le llega a éste el olvido
y la paz consigo.

Tiene que encontrar el muñeco
un sitio nuevo.
Necesita tan sólo un nimio hueco
y emprender el vuelo.

Pensar qué rumbo es el que fija
ahora sin guía.
¿Acaso no fue cierto lo que vivía?
El embrujo duró sólo unos días.

Aún emplea su desgastada cabeza,
se siente sin cadenas.
Algo extraño pasa, ya no recuerda
pero en el pecho algo aprieta.

Será quizás que era cierto
piensa en sus juegos.
Aprendió a no tenerlos,
los echa de menos.

Qué agridulce sabor deja
esta libertad con rejas.
Esperando que los hilos vuelvan
vive, mientras sueña.

Sunday, May 31, 2015

El lenguaje es para los cobardes.

El lenguaje es para los cobardes.

No crean nunca una palabra de lo que les diga o les escriba.
Les puedo explicar la verdad y no haberles dicho nada.
Les puedo mentir y que ni lo sospechen.

Desconfíen del lenguaje y de aquel que le gusta.
Puedo afirmar: “necesito vacaciones” y que muchos lo compartan conmigo
cuando en realidad lo que quiero decir es que necesito vacaciones del mundo.

Las palabras no sirven, son símbolos.
Qué poco valientes somos los que nos escudamos en el lenguaje para llevar razón.
Podemos emocionar sin sentir nada, los más mentirosos.

El lenguaje es para los cobardes... O qué cobarde es el lenguaje.

Pueden decir te odio y que sea el mayor amor que jamás sintieron.
A veces se oye: “No me escuchás”. ¿Y para qué visto lo visto?
No sean locos, no hagan caso de  los mensajes.

Si quieren creer en algo crean en las miradas.
Cuando les quieran decir algo, que sea cara a cara. Pero tápense bien los oídos.
Miren cómo desvía la mirada, observen esa sonrisa al recordarlos, fíjense en cómo respira, si se frota las manos nerviosa.

Y aprendan a confiar en lo que su instinto les dice.
A veces oirán cosas por sus oídos que su corazón no entenderá igual.
La vida es engañosa y lo fundamental no lo entenderán con el cerebro.

El lenguaje es para los cobardes.
Las palabras son muy mentirosas.

Así que háganme un favor y no se crean nada de lo que les acabo de decir, probablemente sea todo falso.

Saturday, May 30, 2015

Inventemos un cuento: Katia. Parte II.

Hola amigos, ¿qué tal estáis? Yo andaba aquí perdido en el sofá de mi casa esperando a ver si pasaba algo distinto, algo que diera un toque de color al día. Pero no pasaba nada. Así que sólo por el placer de repetir experiencias, continuemos nuestro cuento.
¿Cómo lo veis?

Habíamos dejado la historia en un punto muerto algo de un hielo que se deshace…


*****

Ella tenía una facilidad natural para que todo lo que hiciéramos trascendiera, no había nada que a su lado fuera banal, todo tenía una implicación emocional fundamental, ninguna palabra era casual y ningún gesto fortuito.
Cada conversación con ella me estimulaba de una forma que tan sólo habían conseguido los libros más trabajados, todo tenía significado, todo era importante, todo tenía un valor extra.

No nos habíamos vuelto a ver desde aquel día en el bar, pero habíamos pasado horas hablando sobre cómo cambiar el mundo, nuestros miedos y pasiones, aficiones, relaciones familiares… Nos conocíamos en lo formal y había algo, eso estaba claro, pero hasta que no compruebas qué implica ese algo, hasta que no miras a los ojos a la persona una vez lo has sentido, no puedes saber qué es real y que no. Aunque por otra parte, ¿quién quiere saberlo?

Yo estaba algo nervioso, hacía mucho que no vivía algo así, tenía esa sensación que se tiene en la boca del estómago cuando uno está descubriendo algo nuevo, había ido al cine para dejar pasar el tiempo más rápido, algo fácil de digerir que no me supusiera una gran carga, pero sí que me imbuyese en ese mundo distinto que cree que lo irreal no sólo es posible sino necesario, que hace que intentemos que nuestra vida se parezca a las películas.

Llegué a la Seu Vella solitario, a través de los barrios de inmigrantes que están siempre en la calle, juntos, hablando, recordándonos a todos que parte de lo que tenemos de humanos se debe a que somos capaces de pasar tiempo entre nosotros, que no hay mejor momento para conversar que éste y que el tema no es tan importante.

La noche era clara, se podía ver el cielo y alguna que otra estrella que escapaba al ataque continuo de las luces de la ciudad. Subí las escaleras que hay desde la calle Sant Martí y que llevan a un jardín escueto, rodeado por una calzada para que los vehículos puedan acceder al monumento. Atravesé el párking al aire libre y accedí a la fortaleza justo cuando las campanas marcaban la hora con dos toques quedos… pero suficientes para su objetivo. Las 22.30, ya tendría que estar allí. El miedo y los nervios habían atenazado mis pasos. El corazón pesaba dentro del pecho y cada latido amenazaba con ser el último.
Subí la cuesta que pasa entre una de las entradas a la catedral y el bar que rompe con la estética del lugar para llegar al lugar convenido. Una terraza desde la que se puede ver gran parte de la ciudad.


Allí estaba ella, mirando al infinito perdida en sus pensamientos. Casi me podría haber acercado sin que me detectase pero no quería sobresaltos, así que saludé desde la distancia.

-¡Hola!

-¡Ey! ¡Hola! –Respondió ella–.

-Perdona, llego tarde, la película ha acabado más tarde lo que esperaba.

-No te excuses. ¿Qué has visto?

-Una comedia romántica francesa. No era un peliculón, pero estaba bien para pasar el rato.

-¿Tan largo se te ha hecho desde que decidimos vernos? –Bromeó ella–.

-Dame un respiro anda.

Me iba relajando y ya tenía intención de acercarme cuando nos interrumpió un guarda de seguridad.

-Chicos, cerramos ya. Tenéis que salir que sois los últimos.

No protestamos, aunque nos pareció una faena, descendimos por el mismo sitio que había entrado hacía tan sólo un instante y llegamos al párking.

-Qué faena nos han hecho, me habría gustado poder disfrutar de las vistas contigo. –Protestó ella–.

-¿Y por qué no lo hacemos? ¿Ya te has aburrido de mí?

-Qué idiota eres… Nos han echado…

-¿No conoces la pasarela de lengua de serpiente?

-No…

-Yo también tardé en descubrirla. Está ahí en frente, vamos para allá.

Caminamos hablando de cosas que apenas recuerdo ya, sé que le pregunté por Susana y de ahí todo fue evolucionando, sin temas complejos mientras mi cabeza no paraba de pensar cómo encontrar una excusa para rozar su piel sin sentirme idiota.

Andábamos tranquilamente por el empedrado, sin prisa. Se palpaba una confianza poco usual entre dos personas que se habían visto sólo una vez y la frialdad de la tecnología no justificaba esa conexión. Ambos éramos conscientes, pero creo que fue la primera vez que dos personas como nosotros, expertos en salir de situaciones como ésa nos sentíamos temerosos de hacerlo. El miedo a la desprotección…
Llegamos tranquilos al final del camino y se asomó a lo que siempre me ha recordado a una antigua almena solo que cortada por la mitad. Se apoyó, cerró los ojos y respiró hondo mientras el viento jugueteaba temeroso con su pelo.

-Gracias por traerme aquí. Ahora podré disfrutarlo. ¿Cómo lo descubriste?

-La verdad es que tampoco está muy escondido, la pregunta debería ser cómo no lo vi antes.

-Ya me entiendes. Quiero una historia, tu historia… –Me sonrió quedamente–.

-Sí, lo sé...

Pues en una noche parecida a ésta. Era una época mala en la que necesitaba encontrar rumbo y después de salir del cine sentía que no quería volver a casa. Recordé la historia de una estatua que escribió un amigo que se desarrollaba por aquí y quise venir. Nunca había subido sólo… Cuando llegué era tarde y no se podía entrar, un poco lo que nos ha pasado hoy, así que inspeccioné y de repente vi este camino. Sólo tuve que seguirlo y ya ves…

-¿Vienes mucho con gente aquí?

-Qué va… Es mi sitio, ¿sabes? Cuando vengo con gente no quiero traerlos aunque muchos los conocen, es un rinconcito muy mío que no me gusta compartir.

-Creo que es lógico…

-Me gusta venir aquí de noche.

Cuando necesito inspirarme o me apetece vivir lo que siento aprovecho y me acerco.

Aquí arriba todo parece más cercano. Desde el parque donde cada año se recogen todos los caracoles por estas fechas, hasta el hospital que está en la otra punta de la ciudad.
Puedo ver a la mujer que pasea arreglada al lado del río después de una cena tranquila con su marido en un restaurante caro, pero también puedo ver a esta mujer inmigrante que está ahí abajo ahora. Sale muchas noches en delantal y con las zapatillas de andar por casa junto con sus tres hijos a tirar la basura y ver si hay algo abandonado que puedan reutilizar ellos. Ella va algo coja por el dolor de la artritis, o al menos eso dijo una vez.

Y fíjate, aquí el suelo está más lejos, pero sigue muy cerca y el cielo sin embargo, parece tan cercano. Toda distancia se reduce aquí mientras el viento acaricia nuestros perfiles… Pero esto sólo pasa de noche.

-¿La espías?

-Supongo que sí, aunque me gusta pensar que sólo observo… A todo el mundo. Y ya digo aquí está todo cerca, así que es como si me dejasen hacerlo.

-Pues nosotros estamos lejos ahora mismo. ¿Podemos abrazarnos? –Preguntó tímidamente–.

-Ya deberíamos haberlo hecho.


No es sencillo describir lo que sentí al fundirme con ella en ese abrazo, cómo sus dedos parecían dejar quemaduras en cada parte de mi cuerpo que tocaron…

No sé cuanto tiempo estuvimos abrazados, tampoco me importaba nada más, mi mente había quedado en blanco y tenía la sensación de que estaba levitando.
Empecé a notar como su corazón retumbaba sobre mi pecho y su respiración algo más pesada. Fue cuando adquirí una cierta consciencia de la situación en la que estaba.

Nos separamos lentamente, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacer que el otro huyera. La piel de su cara fina y suave guiaba mis movimientos. Todo es más fácil cuando no tienes que pensar y tienes esa sensación de que te están guiando.
Nuestros labios se encontraron tímidamente y la vida dejó de tener sentido más allá de aquel momento en aquel lugar.


*****

Volvimos a casa paseando cuando el frío parecía tener prisa por recoger las calles. Bajamos del párking y volvimos al jardín de paso donde algo captó mi atención por el rabillo del ojo e hice un movimiento rápido de cabeza para ver lo que me había parecido una ilusión óptica.

-¿Qué pasa? –Preguntó asustada–

No lo había sido. No podía creer lo que estaba viendo. Una mujer de unos dos tres metros de altura con los ojos cerrados y un largo vestido azul oscuro estaba allí plantada sobre un plataforma de piedra, inmóvil, gélida, mientras el viento agitaba su figura.
Era algo extraño, no me atrevería a decir que era humana aunque el color de su piel bien lo parecía, tampoco de piedra ya que el movimiento del pelo y su vestido desmentían esa sensación intuitiva que transmitía…

-¿Qué tienes? –Insistió asustada–

Yo no sabía que responder… Ella no lo veía, eso estaba claro.

-¿Sabes? Creo que acabo de entender la historia de la estatua de este amigo que te decía antes. La tienes que leer.

Ella dirigió una mirada extrañada al árbol que había situado en el punto exacto al que yo miraba.

-Sí, creo que tengo que hacerlo. –Respondió–

Yo la miré y sonreí. Me encantaba que sólo porque yo viviese una cosa de forma muy real ella lo tomase como algo importante y tan en serio.

Noté que se encogía un poco más por le frío y le apreté con fuerza la mano.

-Venga, vámonos a casa.


Y mientras nos alejábamos me prometí que volvería a ver la estatua de aquella mujer de vestido azul. ¿Qué historia habría detrás? ¿Qué pasa en ese sitio?

Thursday, May 14, 2015

Una semana en la vida de un hombre feminista.

Paro la actividad creativa de este blog para continuar algo que comenzó Barbijaputa hace unas semanas. Dos artículos en los que relataba cómo es la vida durante una semana en la piel de una mujer feminista.

Una semana en la vida de una mujer feminista I.
Una semana en la vida de una mujer feminista II.

Lectura obligada aunque ya me estoy viendo que se me van a pegar palos. El caso es que en el primero nos animaba a hacer este diario y a poder ser a publicarlo.

Ojalá alguna de estas situaciones que voy a contar o de los artículos hace que alguien al menos se plantee que en nuestro día a día somos machistas y no nos damos cuenta.

Ante la falta de tiempo de hacer varios posts, sólo he puesto entero el primer día. Luego hago una recopilación de lo que me parece más heavy de entre todo lo anotado.


JUEVES.

7.56: recuerdo (para mi sorpresa) que el día anterior había decidido hacer este diario y las primeras reflexiones vuelan. Primer beneficio de ser hombre: tengo que hacer un esfuerzo activo por acordarme de fijarme en todas estas cosas, si hubiera sido chica, probablemente algo me lo habría recordado.

8:19: imposible atender en clase, power point killed the teaching star, leo que a Teresa Rodríguez de Podemos le han dicho en el parlamento mientras intervenía: "Cállate bonita" porque el hecho de que lo sea tiene mucha relación con lo que dice. Esto, los socialistas del PSOE.
Muchos dirán es una expresión, vale, ¿os imagináis a un hombre diciéndole "Cállate bonito" a otro?

9:45: veo esta publicación en defensa de los animales en la que se retrata la simpleza de muchos hombres y me sonrío, a ver si no va a salir tan mal el experimento como yo creía.


17:30: El príncipe de Bel-Air en la televisión, esa serie con la que disfrutaba tanto desde pequeñito y que algo habrá influido en mi educación. Pues me enseñó muy bien: Una escena en la que están Will Smith y un amigo suyo y pasa una chica a la que mira de arriba abajo, se dirige a ella caminando en plan macho alfa, a lo que la chica responde yéndose. (Análisis: el cuerpo de una mujer es algo a ser mirado, el hombre ocupando el espacio público, ella se va, lo que hubiera ido a hacer no importa. Es una serie sí, ¿no pasaría en la realidad?)

Pero no acaba ahí la escena, no han pasado 5" del desplante y llega otra chica a la que en este caso sí va a conquistar. ¿Cómo? Con un numerito en el que su amigo hace de baboso y Will Smith de caballero gentil que protege a la indefensa dama. ¿Donde deja a la chica que accede a tener una cita con él esta escena?

20:05: ha jugado el Barça y estoy viendo un resumen del partido. En la intro aparecen imágenes del público. Una de ellas, de una chica atractiva al que el programa ha tenido a bien acompañar con el típico silbido que se hace en la televisión ante una mujer (porque con hombres no se hace) atractiva.


VIERNES.
1:38: salgo con unas amigas, tengo una conversación en la que una de ellas me asegura que ella no tiene absolutamente nada machista.

El día lo paso en casa descansando hasta la tarde-noche que salgo a disfrutar de las fiestas de Lleida.


SÁBADO.
11:00: recién levantado reviso los grupos de WhatsApp y me encuentro en un momento dado un comentario a una chica: "Tú eres la Pérez" (apellido inventado para mantener el anonimato). La persona que dijo esto conocía perfectamente el apellido de esta chica pero en un momento dado la llama con el apellido de su pareja (un hombre).
Podía ser broma, sí, ¿pero no empiezan a ser muchas casualidades que siempre van en el mismo sentido? ¿En los países que sólo hay un apellido cuál se coge por norma?

Reflexiones sobre sexo: los hombres como buenos machos alfa son responsables de los orgasmos de las mujeres. Además, si ellas no llegan al orgasmo no pasa nada, al revés... Bueno, no suele darse esa situación.


DOMINGO.
3:33: en las fiestas de Lleida. Reconozco a una amiga que pasa por mi lado con varias amigas suyas, no se da cuenta de que estoy ahí, así que le doy un golpecito por la espalda y se gira bruscamente y me mira asustada. Al reconocerme se alivia y dice: "Uff qué susto me has dado". ¿Cómo es posible que en un ambiente festivo, con música, con tanto contacto como hay a poco que te quieras mover, una chica se asuste porque le dan dos toques en la espalda? La tensión permanente a la que se ven sometidas.

Pero la cosa mejora, beneficio de ser hombre: me despido y sigo mi camino, me he perdido al pararme con esta amiga y cuando continúo, una chica que no conozco de nada me aborda, me sonríe, me coge de la mano y me dice: "Hoy estoy de celebración, voy a ser tita". Yo le sonrío de vuelta, le doy la enhorabuena y sigo buscando a mis amigas. ¿La ventaja? No sólo no estaba tenso como mi amiga, sino que estaba a gusto, "en mi salsa". Normal, porque a mi no me van a violar.


LUNES y MARTES: muchos micromachismos y reflexiones sobre este tema. Una de ellas. ¿Se puede hablar bien de la feminidad de una mujer sin ser machista? El concepto es en sí mismo machista. Por lo que si me atrae una mujer femenina, tengo que aceptar esa parte machista de mí (esta reflexión me la contó un amigo canario, que no es mía).
Otra, hablando con una amiga (también feminista) de los artículos de Barbijaputa me surge una duda, ¿cómo se liga en un bar o en una discoteca sin ser machista?
Nos quedamos ambos con la duda.


MIÉRCOLES.
18:17: con una compañera hablando, de repente me dice: "Esta chica es una guarrilla". La razón era que se acostaba con tíos estando soltera. Yo cuando me acuesto con chicas no me dicen eso. Seguimos con los beneficios.

20:25: hablando con esta misma amiga feminista del lunes y el martes, comentamos la sangrante proporción de hombres vs. mujeres que hay en las sociedades científicas y no sólo ahí, sino en nuestra propia asociación que es de representación de estudiantes de medicina. Mientras que la población en las clases es predominantemente femenina, la población de los representantes es predominantemente masculina. Y en verdad no es porque a la hora de elegir se prefiera a hombres antes que a mujeres, es porque directamente éstas ya no intentan entrar. ¿Cómo es posible? Eso es machismo estructural.


JUEVES.
8.30: me despierto y abro Twitter. Ahí está la noticia, hoy mismo: Un hombre le corta el cuello a su pareja y ya son 12 las víctimas MORTALES de la violencia de género, todas mujeres este 2015.

Éste es el mayor beneficio de ser hombre, a mí me podrá matar una mujer sin duda, habrá mil motivos para ello, pero nunca será por un abuso de género, porque por desgracia, hay un género oprimido y otro opresor. Es inconsciente en muchos casos, pero ahí está.


No nos tapemos los ojos, por favor.

Sunday, May 10, 2015

Alivio

Menos mal que nos quedan las flores y el viento y las entrañas.

Menos mal que hoy no es ayer y aún puedes, podemos tocarnos.

Menos mal que no es todo un sueño y que ya toca despertar.

Menos mal que nos vivimos sin hacerlo, menos mal que lo hago frío e intenso.

Menos mal que me acuesto y no te nombro misterio, aventura, complicidad y asombro.

Menos mal que me siento bien sintiendo, menos mal que no sentí y lo recuerdo.

Menos mal que aunque nos duela, te quiero.