¿Recuerdas aquella noche?
No pasó nada especial,
salvo que salimos a pasear.
Casi con desgana, por pasar el rato.
Indolente, me agarraste de la mano
y yo te miré muy serio y me replicaste:
"Estás viejo".
"Ya sé" —Contesté—.
"Pero aún te juego como un niño".
Sonreíste, el sol salió...
En tus ojos, en tu risa,
en esa caricia tímida en mi cara.
¿Recuerdas aquella noche?
Apenas fue notable,
salvo porque se te antojó un taco.
Empezaste a hablar emocionada,
de tu trabajo, de que te ibas,
describirías nuevos mundos... la vida.
Yo te miré muy serio y me replicaste:
"Te voy a extrañar".
¿Recuerdas aquella noche?
Me pediste un helado de yogur,
me explicaste los por qués del mundo.
La necesidad de la revolución,
de no esperar, de sentir y soñar.
Te paré, te miré muy serio, y me replicaste:
"Yo también te quiero, ojalá vinieras conmigo".
¿Recuerdas aquella noche?
Llegamos a casa cansados,
riendo, sin pensar demasiado.
Nos tumbamos en el sofá abrazados,
vimos una película con tus comentarios.
Te abracé, suspiraste.
Diste media vuelta, me besaste.
Tan de cerca te miré muy serio, y me replicaste:
"Tienes una mirada muy seria, algo perdida, muy tuya, y a veces no sé lo que piensas".
Analicé como siempre,
no sabía bien qué decirte.
O mejor, no sabía cómo o por qué.
Hablé:
"No espero que me entiendas... Pero lo haces.
Lo bueno de ser yo, es que no tengo que pasar mucho tiempo conmigo. Puedo hacerlo, pero me canso.
Tú eres la que escribe,
la pensadora, la que se mueve.
Yo te escucho, te aprendo,
sólo te apunto.
Quiero que me escribas,
no una postal, ni cientos,
sino en tu diario.
No como un recuerdo,
como tu compañero.
Entiéndeme bien, no es un contrato.
No es que tú seas mi todo,
es que estoy harto de mi nada.
De las resacas que golpean
cada vez que mi soledad aprieta.
Cojo una vez más mi mochila,
no por ti, sino por mí .
Nos elegimos no una vez, sino cada día,
nos va bien yo creo.
Y no son 50 primeras citas,
perdí la cuenta de los ceros.
Escribamos un cuento,
sin azules princesas
ni príncipes que esperan.
Las torres altas me dan vértigo."
Me miraste tan feliz...
¿Recuerdas aquella noche?
Dormimos abrazados en el sofá,
soñando una aventura.
Lástima que aquel volar,
no fuera más que fruto de la escritura.