Querida
sombra destinada a complementarme,
Verás te
escribo un poco sin creer mucho en ti, hace tiempo que presiento tu existencia
pero cuando me salgo de esa parte mística que llenaron las novelas y cuentos
para niños sé que no existes. Aún así me voy a permitir escribirte porque ando
algo cansado de perseguirte a ciegas como el mar persigue la costa sin llegar a
quedarse en ella.
Tú que me
has hecho sentir tanto bueno, qué poco tiempo nos hemos permitido dedicarnos y
cuánto machacarnos.
Tú que a
veces has sido más baja, a veces más alta, a veces morena y a veces castaña,
pero siempre con esa mirada pícara, una sonrisa rebelde y luchadora hasta
hacerme parecer indolente.
Imaginemos
que existes.
Creo que
somos de otro mundo, de las ideas. Si esto fuera una historia de Hollywood
seríamos algo así como dos esencias destinadas a encontrarse con una eternidad
para conseguirlo. Quizás nos fuimos de ese mundo porque no sabíamos estar
juntas, quizás por lo contrario, quizás fuera sólo un juego al que jugábamos
aburridas ya de ser tan eternas, quizás es que necesitábamos corporeidad para
sentirnos.
La
realidad es que cuando vinimos a éste nos perdimos en el camino y tomamos
maneras distintas, tú cambiando de forma yo más deconstruyendo mis formas.
Así fue
como nos conocimos por primera vez, entre timbres de clase, en la piscina de un
amigo, viniste a salvarme (quizás la única vez) de ese adolescente con granos
con el que se metían demasiado, viniste para darme confianza. Lástima que no me
quitases lo que de niñez quedaba; quizás así no te habría abandonado. Cuánto
daño hice y qué injusto fui, después de tantas tardes en blanco y negro
poniendo banda sonora a nuestra inexperiencia, a nuestra virginidad en eso de
ser blasfemos.
Nos
volvimos a encontrar tan sólo un par de años después, ya casi era un pre-adulto
y qué enfadada estabas que me dejaste intentarlo de nuevo, misma mirada
asesina, de esas que detienen el tiempo en el mismo momento que contactan.
Estuvimos semanas construyendo un cuento que se convirtió en una fábula que
acabó en thriller y al día siguiente como quien dice te fuiste castigándome,
quizás por lo que hice, quizás porque sí.
Poco tardé
en abandonar nuestra ciudad para volver a encontrarme contigo, ya desquitada de
nuestros desaires. Eras más mayor y sin embargo yo había crecido más. Lo
nuestro apenas duró 19 días, un viaje con tu familia y 500 noches de olvido y
desamparo, pasé de querer ser adulto a peinarme canas y aprendí a reconocer tu
sombra.
Aquella que
fuiste dejando entrever en el resto de personas con las que me crucé de forma
liviana.
5 años
tardamos, misma ciudad, misma vida y la misma mirada felina. En un cruce, sin
saber más de ti, hasta que un día empezamos a hablar. Algo te había pasado que
estabas tú más herida y de aquellas heridas este cansancio que aún hoy perdura.
Lo intentamos a las duras tiempo más tarde, pero ya sabíamos que no.
Perdida la
esperanza volví a nuestro lugar de nacimiento terrenal para encontrarte, quién
sabe si por última vez, supiste elegir un pasado en común, mezclaste como nunca
los ingredientes de esa pócima secreta que eres y que rejuvenece, yo tan Obélix
me lancé sin reparar en que seguías siendo tú, y claro... yo tan yo. Esta vez
ni 19 días y ya van 60 para intentar recordar que no existes.
Has tenido
muchos nombres y una formas, y yo he tenido un sólo nombre e incontables formas de
intentar relacionarme contigo. Se nos han ocurrido muchas maneras de evitarnos
y de odiarnos... demasiadas. También nos hemos querido demasiado.
Así que
querida sombra, idea, o lo que seas que me rondas y que estás detrás de todo
esto, ¿por qué no firmamos una tregua?
No hace
mucho yo ya decía a mi gente que no te necesitaba, y es cierto, hemos
conseguido vencer al destino, ya no te quiero a mi lado, por favor vete, no
quiero ni intensidad, ni locura, ni aventuras irresponsables, basta.
Me he
cansado.
¿Quién
necesita un destino?
Ya sabemos
de qué va el juego y la mentira. Me apetece paz y tranquilidad yo siendo yo y
tú por tu lado, viviendo.
Quizás así
las dos podamos conseguir una existencia sosegada, arrulladas por la vida hasta
que, si tiene que ser, ya como ideas, volvamos a ser. Hazlo aunque sólo sea
para que este cuento tenga un final feliz.
Atentamente,
La sombra
destinada a complementarte.