Monday, December 24, 2018

Senectud

Son fechas especiales, días en familia y como cada año me he trasladado a lo más profundo de la provincia segoviana: a La Losa, un pequeño pueblito de cerca de 500 habitantes que como tantos otros pueblos de la ruralidad española se llena (con suerte) de urbanitas dispuestos a copar los bares mientras hablan sobre los niños, el trabajo, la política, los consejos sobre gangas que no encuentra nadie...

En él viven mis dos abuelas, cada una ha vivido lo suficiente como para narrar dos guerras: una mundial y otra civil. Una apenas lo recuerda, de hecho, a veces apenas sabe quién soy yo y en una residencia se maravilla: "quién me iba a decir a mí que le iba a conocer a usted". A su nieto, ¿quién lo iba a decir, ¿verdad?
La otra conserva el cerebro bastante bien, sabe lo que se dice y el desgaste de su memoria aún le obliga a romantizar un pasado que, aunque amargo, le resulta familiar en contraposición a un presente que dirán que es mejor, pero "a mí que no me digan que no hay quién lo entienda".

El pasar de los años nos condena, lentamente, a habitar cuerpos que no son los nuestros, mundos que no son los nuestros, realidades ajenas a nosotros y mi abuela no deja de mostrarlo.

La cara se llena de surcos, las manos se deforman, los dolores llenan cada aspecto de la vida. Y la realidad golpea. 

Mi abuela ha dejado de cocinar, ella insiste como cada año en que "yo ya me he cansado de cocinar, ahora les toca a otras". También está esa otra versión de "así no se mancha la cocina, pedimos un cordero y que nos lo den hecho y santaspascuas". No se menciona el hecho de que ya no puede, que ya no calcula como antes. Se ve torpe.
A cambio se empeña en ir colocando la mesa "que vosotros no sabéis dónde están las cosas" y mientras la miro de reojo veo cómo la impotencia domina su rostro mientras intenta infructuosamente estirar el mantel y el hule, pero no puede levantar los brazos para que se extienda. Se lamenta:
"Ay niño, a ver si puedes hacer esto, que desde que me rompí el hombro ya no estoy igual".

Suena el teléfono de casa y sale corriendo, ella es la dueña de su hogar, y por tanto ella es la que responde. Da igual que tenga las rodillas (bueno sus prótesis) doloridas, ella echa la carrera. No le ganes, aunque se para ti. Ahí está vigilando su nido "Dame... Dame... Dame... ¿Pero quién es?" y tú mientras intentas mantener una conversación con esa mujer prima de tu tía que llama a tu abuela para saber qué ha pasado este último año y ya que estoy le pregunto al chaval.
Y cuando mi abuela recupera ese reino suyo que es el teléfono protesta: "Es que ya nadie me hace ni caso" "Ese lo tenemos por ahí en. Con los niños claro" "El otro allá está, trabajando como." "Ese no sabe lo que hace. Pero a ver, como ya estoy loca y nadie me hace caso pues pa qué buenas..." "Ay si yo hablara...."
Luego toca informe en casa a un auditorio desinteresado o que directamente no conoce las referencias: "Ha llamado el Moisés, que la Puri está que no se entera ya de las cosas" "Y la María, que ahora está estudiando... Quién lo iba a decir con lo que era ella... ¿Que ya lo hablamos hace un mes? ¿Y eso quién lo dice? No es cierto eso, yo me acabo de enterar... ¡Bueno! Que sois muy listas todas y lo sabíais ya, como yo estoy perdiendo la cabeza..."

Las abuelas, los abuelos, son el resultado de una obsesión por la juventud a toda costa de una sociedad que ha ido construyendo de la muerte un fracaso inevitable. Aunque ya no les puedan solucionar, ni siquiera paliar, sus problemas. En el mejor de los casos son esa abuela que "hay que ver hasta que le dio, qué bien estaba, al menos murió rápido y no se vio mal". Pero que en la mayoría son: "Hay que ver con lo que era ella. Ya no tiene edad para. Son muchos años que no." Y en los peores quedan en "para esto mejor estar muerto, qué pena, yo que me muera rápido".

Son una biblioteca algo repetitiva de historia, árboles genealógicos y una amalgama de achaques:
"Niño, y a mí por qué me duelen todos los huesos ahora"
"Coñe, pues ya sé que es por el brazo y los años, pero y qué me tomo"
"¿Irbufeno? ¿Y eso qué es? Yo de esas no tengo... A ver si se lo pido a la médica cuando venga".

Ser viejo, vieja, te pone en peligro de ser abandonado, de que te empastillen para tratar tu pena, o si hay suerte, de que te tengan por el loco de la casa.

Tenemos que tratar mejor a nuestros mayores, por empatía, por consciencia colectiva, aunque sólo sea porque en el futuro vamos a terminar siendo esa persona solitaria y nostálgica que van a terminar llamando abuelo.

Saturday, November 17, 2018

¿Y cuando no quede nada?

¿Y cuando no quede nada?

Nos seguirán quedando las flores y los recuerdos, las sonrisas y los abrazos.

¿Y cuando no quede nada?

Nos quedará saber que robamos tiempo al tiempo y que paramos la hostilidad de este mundo frío.

¿Y cuando no quede nada?

Nos quedará la excusa de no vernos ni hablarnos para hacer justo lo contrario

¿Y cuando no quede nada de verdad?

Nos quedará la duda, siempre la duda, en algún momento no urgente, de saber lo que no fuimos

¿Y cuando no me quede nada?

Siempre me quedará la certeza de saber que no somos opuestos y una tarde en el recuerdo.

Monday, November 12, 2018

Lluvia.

Me despierto a las 6:30 hoy tengo que ir a trabajar otra vez, el despertador suena antes porque voy a otro centro de salud distinto al mío, distinto a casa. Es curioso cómo el médico hace suya una consulta, un centro de salud, un cupo, unas familias... Parece que si nos cambian de consulta ya no estamos igual de bien. ¿Qué tontería, no? Si todas las consultas son iguales; este sistema que ama homogeneizar, alienar a pacientes y trabajadores, hace los espacios físicos iguales, pero nosotros, en tanto que moradores de un hogar que no es nuestro, nos cambian algo y lo notamos. Creo que es porque sólo el extranjero nota los cambios. El que vive en un lugar no se da cuenta, no lo necesita, no tiene esa ansiedad de conocer todo porque ser de un sitio para esa persona no implica conocer todos los detalles, es una realidad ontológica desde que se nace o se es, pertenece a ese sitio y con naturalidad y sin presión lo asume, el que viene de fuera tiene que demostrarlo conociendo más y mejor que el que es de aquí.
Así pasa con los inmigrantes, que para ser españoles tienen que ser más españoles que nosotros. Tienen que pagar más impuestos que nosotros, tienen que trepar más balcones y salvar más niños que nosotros, tienen que jugarse la vida más veces que nosotros y contestar unas preguntas mejor que nosotros. Son mejores que nosotros y lo necesitan para aspirar a ser como nosotros.

Me ducho mientras afuera llueve, se cumple la predicción de los carteles de trafico de ayer cuando volvía de un puente corto y con ello parece llegar un augurio de semana. Nada empieza bien esta semana. Echo de menos a la médica con la que rotaba la semana pasada, pierdo un tren, los de azul vuelven a pararme...

Me subo al bus, son las 7:37, hora del mensaje... No lo escribo. En vez de eso escribo a mis amigos. Porque olvidar no es más que eso, sustituir una rutina por otra, deshabituar a la dosis diaria de aquello a olvidar y ya cuando no duele lo añorado y ha pasado a mejor vida en la memoria, reconstruir ese espacio desde el yo. Nos engañaron con el olvido, no se puede esperar dejar un hueco ahí, sería la afirmación de la no existencia de aquello que se espera perecedero en la memoria, así que la clave de olvidar es rellenar, intercambiar... y dejar pasar el tiempo. Además todo ello implica aceptación de que debe olvidarse. Es un proceso sano. Insufriblemente sano. No somos seres de olvido, de ahí que hayamos evolucionado así, es natural para nosotros recordar e imaginar en pasado, en presente y en futuro, probablemente como adaptación para supervivencia, pero trae sus efectos colaterales, sus perversiones. Los seres humanos pervertimos todo, me refiero en el sentido de adulterar las funciones naturales de las cosas, no en el católico.
Cojo ya mi libro y me pongo a leer, con suerte habré generado alguna sonrisa y algún chiste a mi costa con mi mensaje.

El autobús avanza por el sur de Madrid, el río marca la frontera entre los que aspiran a ser y los que no son. La clase media que se cree alguien y los que sabiendo que no son nada luchan por al menos conferir significado a sus vidas. Hoy llevo sus ropajes, en la cara una mirada cansada de lunes, de clase que levanta este país y encima tiene que dar gracias, yo tengo más suerte que ellos, más comodidades, pero esencialmente somos lo mismo y hoy miro algo vacío, desencantado con un paraíso que me vendieron y que no era tal, como ellos... Hoy más que nunca soy uno más en la rueda.

Llego al centro de salud y espero fuera como el resto de pacientes, que ya no son personas, son sólo pacientes.
Me gusta camuflarme entre la gente. No paso por la puerta, aunque está cerrada físicamente para mí no lo está, yo trabajo ahí yo puedo entrar cuando quiera. Pero prefiero esperar. Saludo: "buenos días". Apenas alguna mirada.
Va llegando más gente y los que saludan suelen pasar dentro, el resto se queda esperando pacientemente a que den las 8am. Al poco de estar ahí se oye lo que llevo rumiando un rato en la cabeza: "Solo les falta echarnos a escobazos, podrían dejarnos estar en la sala de espera".
La mujer que lo ha dicho se me aparece como mesiánica, tanta razón... Aquellos que proveemos salud intentando poner barreras, los tratamos porque de algo hay que vivir, que vengan lo cuenten rápido y bien y se vayan con su remedio si es que lo encontramos a su casa. No molesten, no pidan... Ni que eso fuera SU centro de salud, SU barrio...

Una mujer lleva unas Hunter casi hasta las rodillas para protegerse de la lluvia que fue y a esta hora de la mañana ya no es.
Estoy pensando que el problema de olvidar son los nuevos códigos que crean las personas a olvidar. Nuevos significantes, nuevos significados detrás de significantes antiguos. Como las Hunter: ya no son las que cazan, ahora son unas botas que tienen un contexto, una historia que me traslada al norte con la nieve y al mar; a un olor a perfume, caricias, una tarde en el cine... Las Hunter ya no son unas botas: nunca lo fueron para mí, antes no existían, ahora son no olvido provocado por mí.

Se acaban las horas, la noche cae, las página de mi libro también. Ordesa, esa historia de una soledad que no supo apreciar a sus padres cuando los tuvo y ahora no para de verlos en cualquier sitio, pienso que el autor es un tipo gris, hecho de monosílabos de frases acabadas con metáforas acabadas y una historia inacabada. ¿Qué pasa con Brahms y Valdi? ¿Qué pasa con ese premio? ¿Qué hace con su soledad? Preguntas sin respuesta.

Se me entornan los ojos, ahí está el olvido, al menos por unas horas. Últimamente estoy tan casado que no sueño.

Saturday, November 3, 2018

Euskadi III

Las horas pasan y cada vez es más difícil justificar la injusticia del tiempo que parece transcurrir de forma distinta dependiendo de qué midamos. Se acaba vivir en el Norte, se acaba el tiempo de pensar, el tiempo para limpiar heridas de la rutina.

Donosti es una ciudad que da igual lo clasista que pueda llegar a ser, parece que siempre esconde un rincón para mí, un lugar en el que sentirse en casa. Donosti la antigua, la nueva, Donosti de montaña, de playa.
Paseamos después de comer hasta coger el funicular que nos llevará a un tiempo en el que éramos niños, por dos euros puedes subir en una barquita que amenazará con volcarse demasiadas veces en apenas 3' de trayecto, pero merece la pena sólo por ver a un amigo chocar los cinco con niños desconocidos, por sentir la adrenalina del no peligro, sentirse un poco pirata y todo con un atardecer de fondo que abriga como sólo él sabe, con nostalgia y noche fría.

Busco una buena posición, son ya muchos atardeceres y aún hay espacio para descubrir. El mar infinito del norte euskaldun sirve de cortina, un contraste sobre el que se despliegan los últimos colores del día. Hoy me ha fascinado cómo la luz puede pasar de colores cálidos a fríos descomponiéndose en infinitos matices que evitan fijar límites a cada franja. Mar azul, montaña negra, últimos rayos rojo oscuro que poco a poco se tornan naranja en su ascenso al hogar de algún dios despistado; algunos destellos amarillos parecen escapar hacia el cielo mezclándose dando un tenue color verde algo turquesa que se va enfriando hasta llegar a ser azul cielo de nuevo.
Según agoniza la luz se ve un violeta intenso en el horizonte, se ven más los verdes y ya casi desfallecido el día algún marrón. La vista se fija en lo que siempre estuvo en realidad, esos colores no hacen más que hacerse más patentes pero ya estaban ahí sólo hacía falta mirarlos. ¿Volveremos a mirarnos?

La noche lo envuelve todo, las estrellas aparecen intimidadas por las luces de Donosti y detrás de mí ha estado permanentemente un hotel de 4 estrellas muy estratégicamente situado para que sus clientes tengan esas vistas desde la terraza, calentitos... privilegiados.
Nadie mira, no obstante, a través de la ventana, quizás algún extranjero distraído que rápidamente se vuelve hacia su teléfono. Es triste, el dinero vacía todo. ¿De qué sirve aspirar a todo ese lujo si luego no eres capaz de disfrutar de un atardecer como el de hoy?

Llega el final del día y con él el del viaje está cada vez más próximo; poco a poco, el juego de luces ha iluminado pensamientos vagos, confusos y contradictorios que guardaré para mí. Conclusiones a fin de cuenta, fines que poco a poco consigo integrar y que deben quedar para mí.

Friday, November 2, 2018

Euskadi II

Buenos días, buenas tardes y buenas noches por si no nos vemos luego.
Tendríamos que poder despedirnos por anticipado y que eso fuera una especie de contrato inquebrantable, un candado en la boca, en los teclados... un cerrojo a la memoria, a la imaginación.
Decir adiós y ya.

El Norte cala hasta los huesos, sólo aquí puedes encontrar tanto verde y estar tan cerca del fin del mundo a la vez. La vida y la muerte viven en una extraña simbiosis arrulladas por el mar. Un mar denso, negro, algo desflecado que da impresión de helar, un mar tranquilo hasta que llega a la costa y golpea fuerte contra las rocas grabando imágenes en forma de acantilados, carreteras formando perfiles abstractos que parecen cobrar forma de historias de aquellos que un día observaban esas mismas piedras sintiéndose minúsculos.
Las olas castigan la costa y cada gota es una imagen, recuerdos, ensoñaciones... todas ellas tienen un mismo sabor amargo Norteste.

Pintxos, calles, nostalgia de los paseos en familia, caricias, besos, abrazos...
Y mucho paisaje, mucha sensación de empequeñecimiento al borde de un acantilado pensando en saltar y echar a volar; que unas alas de fuego den a mi cuerpo esa libertad de flotar sobre la tierra, sobre la vida, borrar las ataduras materiales.
Mundaka, Gaztelugatxe, Zumaia, es igual... Un horizonte infinito lleno de suspiros purificadores sabor salitre, una extraña energía sin brío que sana... poco a poco va sanando, aunque aún no lo vea.
Cierro los ojos y castigas mi paz.

Abro los ojos... Buenos días, buenas tardes y buenas noches por si no nos vemos más. A ver si así queda todo dicho.
No ha acabado el día y ya tengo que empezar de cero.

Aprendiz viajando. Hasta la próxima.

Thursday, November 1, 2018

Euskadi

Estoy leyendo un libro gris, de esos que tienen frases cortas. Es un libro sencillo con frases simples y alguna palabra que consultar en el diccionario. El autor es un hombre triste o al menos eso ha querido reflejar en la novela.
El libro trata sobre la muerte, sobre el pasado y la soledad del presente después de pasar ambos. Manuel, que es el autor, echa mucho de menos a los que ya no están: a su padre, a su madre... Pero especialmente a su padre.

Estoy leyendo un libro mientras viajo hacia una parte de mí muy alegre, hacia el Norte, a Euskadi. La primera vez que estuve allí fue con mi padre irónicamente; Manuel nunca viajó con su padre y lo echa mucho de menos, y yo al contrario, sí que viajé con él y no lo extraño tanto.

En realidad Manuel y yo somos un mismo tipo. Un tipo al que le preocupan contenidos distintos. A ambos nos preocupa la temporalidad, a él el pasado y a mí el presente, a él su padre y su madre y a mí tú que sigues estando porque nunca te has ido.

Estoy paseando por Euskadi con el frío, la lluvia, los campos verdes... verdes aunque no tanto como tus ojos... o quizás sí... o quizás tus ojos ni siquiera sean verdes, no lo sé. Sólo sé que los recuerdo verdes y antes que verdes, recuerdo la luz que tenían cuando nos mirábamos.
Decía que paseo por Euskadi, por sus campos y soy muy feliz porque amo mucho esta zona; sus paisajes, su política con sus símbolos algunos de los cuales comparto. Pero es una felicidad vacía. Siento que soy feliz pero que me falta algo. Me falta poder escribirte en cada momento para contarte lo que hago y cómo lo vivo, me falta detallarte cada menudencia del día a día, hablarte de mis amigos y sus anécdotas, me falta decirte que te echo de menos, que tengo ganas de abrazarte, me falta que me hagas preguntas sobre lo que no sabes, que enumeres lo que me tienes que contar y pienses qué te queda por contarme, me faltan tus historias familiares y tus reseñas que no conozco para preguntarte yo o buscarlas por internet.

Quería ser tan conciso como Manuel, pero no me sale bien. Será por juventud, que aún siento que tengo algo que decirle al mundo, o peor, algo importante.

Sé que esto no es el fin del mundo, que no eres el fin al que caminaba mi destino, porque no creo que haya destino. Pero no entiendo tanta falta, ni tampoco los motivos. Puedo parecer frustrado... pero no... es más cuestión de resignación y tristeza. Mi abuela antes de olvidar casi quiénes somos, hablaba mucho de resignación, es un sentimiento que no me gusta, no lo odio... quizás... pero no me gusta nada.

Estás feliz y eso es incontestable. Como la gravedad, como el Norte. El Norte es incontestable por la fuerza de las olas, el viento, el frío que me calientan el alma.
Y me noto ufano al verte así, pensándote riendo sin control, aunque a veces no me siento así, a veces me gustaría demasiado poder tejer yo mismo la realidad de otra manera, de una en la que no fuera una tontería pensar en domingos despertándome a tu lado, saliendo a la calle a pasear o incluso con niños jugando a nuestro alrededor. Pero no sé coser tampoco, podría haber aprendido.

Todo esto es idiota lo sé, pero es real, porque la vida es idiota... o absurda.

Sunday, October 21, 2018

Espera

Ese instante entre el relámpago y el trueno esa pausa en la calle después de un frenazo, el silencio antes de un veredicto; notar el corazón en la garganta, el pecho golpeando fuerte, un vacío en la boca del estómago y el debate eterno conmigo mismo.
Eso era espera...

Hay una vela en nuestra burbuja que palidece mientras el poco oxígeno que nos queda va desapareciendo, amenaza con dejarnos a oscuras del todo; antes de habernos visto las caras, de habernos mirado, antes de haber alumbrado nada.
Y la burbuja cada vez es más porosa, se oye el ruido de fuera, el ruido de imposibles. Empieza a calar en nuestro hueco la lluvia, aquella a la que teníamos tanto miedo, quizás algún día nos demos cuenta de que sólo mojaba, que jamás podría habernos ahogado.

Esa incertidumbre antes de la sonrisa de un niño, el primer día de cole después de las vacaciones, la ilusión de una buena acción, el momento previo a entregar un regalo muy pensado...
Eso era espera...

Las señales, como el arte, como el paisaje, tienen más que ver con el que mira que con lo que son, las causas son cosa humana, las casualidades son cosa de la vida. Qué bonita fue nuestra casualidad y qué mal gestionamos nuestra causa.

La vela agoniza, la burbuja se deshace, poco a poco se cuela el sonido de coches, la luz gris del cielo nublado de Madrid, se acaba el Edén, queda un recuerdo, queda el sonido de los pájaros en la naturaleza, el olor a petricor, las montañas y la modestia que me hacen sentir, esa belleza de todo lo que hay ahí fuera.
Se me acaba la tinta, pero no a mi pluma que sigue pensando. Ya no hay vela, ni burbuja, pero quedan muchas cosas, la realidad, las ganas de soñar. Y también quedamos, en esas ganas de dormir abrazados, en la idea de madrugar un domingo, de descubrir nuestros respectivos mundos y otros allá afuera, queda la alegría de nuestros secretos, la energía después de los pocos momentos que tuvimos, queda tu sonrisa bajo aquella efímera libertad que disfrutamos.

Queda el recuerdo de esa vela y nuestra burbuja.
Queda esperar el futuro ese al que siempre espero.
Quedo yo, otra vez yo, como siempre, como una realidad militante.

Y llueve de nuevo, ya me puedo mojar, la lluvia me acaricia y me reencuentra con lo que soy, recuerdo ontológico diario, y de paso me camufla el alma o el corazón... y los ojos.

Mientras... espero...

Tuesday, September 18, 2018

Imagino que me gusta el gato


Me gusta imaginar que jugamos
al perro y al gato
yo te sigo, tú me sigues,
ninguno finge
es cuestión de dos mitades
que cuesta que encajen.

Así que me imagino impertinente
y tiro para que me lleve la corriente
lejos, un poco al menos,
de este desconcierto
que no tengo por vivo
pues ser nunca quiso.

Pienso que es curioso
este mundo al revés tenebroso
en el que yo busco significados
a azares del pasado
e imagino bailando alegre seguiriyas
a ese que del absurdo hacía su día
Valle-Inclán ya ha pensado
cómo titular mi pájaro
ese que se entretiene y lía
con todo lo que sería,
con nuestros no recuerdos  
hechos, lo sé gato, de mis enredos.

Así que ahí anda la Lola
con su moño, algo loca
viendo cómo deshila
esta maraña y se imagina
que desaparece la madeja.
Y el imbécil que se enreda
confía seguir imaginando
que la Lola y sus manos
se olviden de este viento
tan repentino y violento
y dejar de perseguir este gato
que uno sabe cuándo dejarlo.
Después de tanto escribir historias
Lola te pido que me hagas una bonita
de esas en las que no imagino,
que ya me llevas liando desde niño
y no soy perro de gatos
ni de pájaros
ni de sapos
ni de asados,
así que mientras me aclaro,
querida Lola, mantenme a salvo
por una vez seamos sanos
el gato que se ande con aquel gato
aunque no nos guste, así todo ordenado,
yo voy andando,
y por el camino gano
ese gato hermano
que quizás con suerte, conociendo mis atajos,
yo me sigo imaginando con el gato.

Sunday, September 2, 2018

La revolución de los significantes.

"ROBERT: 

Lehman Brothers ci scommette. 
“Voto a favore” 
All’unanimità. 
E avanti allora con il nuovo marketing: 
l’importante è vendere, 
l’importante è che le casse si riempiano, 
l’importante è che la gente compri, 
e se “Standard & Poor’s” 
ci tiene il termometro fisso sotto il braccio 
anche noi ce l’abbiamo un termometro 
eccome 
e sono i supermercati. 
Super store. 
Mega store. 
Manifesti pubblicitari grandi come case. 
E un fiume di soldi che scorre tutti i giorni
come un mare 
un oceano 
gigantesco 
sterminato 
di bandiere Coca-Cola 
rosse 
rosse 
rosse come quelle della Russia 
rosse come quelle della China 
rosse come l’invidia di tutta quella parte di pianeta 
che sotto la falce e sotto il martello 
si rode 
eccome 
di non poter comprare 
but I have a dream, 
yes I have a dream 
ed è di vendere prima o poi anche a voi, 
vendere 
vendere 
vendere 
a tutti quanti carrelli pieni 
senza distinzioni 
bianchi e neri 
non deve più far differenza: 
siamo tutti uguali 
perché tutti abbiamo il portafogli 
vendere 
vendere 
vendere senza primi 
e senza ultimi senza posizioni 
uomini e donne 
non deve più far differenza: 
siamo tutti uguali perché... 
... perché tutti abbiamo un conto in banca 
I have a dream, 
yes I have a dream 
ed è che tutti i soldi d’ora innanzi 
siano uguali 
sotto il sole 

non solo sotto il sole, 
perché la NASA ci ha chiesto soldi 
per mandare un uomo sulla Luna: 
I have a dream, 
yes, I have a dream 
ed è far soldi anche lassù. 
Bobbie sorride. 
Lehman Brothers in eterno. 
Poi si morde il labbro. 
Lehman Brothers in eterno. 
Bobbie hai capelli bianchi. 
Lehman Brothers in eterno. 
Ma dopo di me con chi?"

Las luces del teatro se apagan, comienzan los aplausos, la gente empieza a levantarse de su silla para vitorear a seis actores que han llenado las carnes de 138 personajes, 6 de ellos de la familia Lehman, y yo me he quedado absorto en un fragmento de la obra, ese fragmento que me parece tan cierto, ese, que habla de la igualdad entre hombres y mujeres, blancos y negros... todos y iguales porque... porque tenemos una cuenta corriente: porque podemos comprar.

Tomé consciencia por primera vez de lo que es una Revolución leyendo a Gramsci, que no hacía más que reproducir una noción marxista (presente en el Manifiesto Comunista, que se me escapó en su momento) y lo hice porque Gramsci habló del cristianismo, habló de éste como una revolución en el culmen porque había conseguido una hegemonía cultural tal que había cambiado las formas filosóficas, morales e incluso de consumo. Me pareció revelador por esos pensamientos pre-púberes en los que me planteaba, ¿y qué pasa si son los ricos los que empiezan a hacer rap protesta? ¿O manifestaciones peleando por lo suyo? ¿Cómo sería?
La respuesta es que no lo harán porque no lo necesitan porque tienen el control del sistema hasta un punto a mi modo de entender alarmante.

En la obra de teatro Lehman trilogy me han hecho caer en un hecho que me parece ilustrativo. Todo el mundo ha oído decir que el capitalismo necesita crisis mayores o menores, para regenerarse y sustentarse. Cuando hubo el crack del 29, hubo un serio intento de planificar la economía, lo que vino a llamarse el New Deal, Keynes ganó la partida a Hayek, se creó el FMI con la intención de ayudar a los estados a pagar sus deudas y éstos, principalmente EEUU, empezaron a garantizar ciertos derechos poniéndose así freno a una etapa de capitalismo financiero salvaje en el que la mayor parte del dinero no existía.
A pesar de ello, y con las nuevas medidas llegaron las crisis del petróleo en los 70, sin ser grandes crisis devastadoras fueron suficiente para que en los 80 cambiara la historia; Thatcher y Reagan llegan al poder e introducen cambios culturales simples, pero por simples como una semilla, consiguieron germinar como un árbol que se convirtió en bosque e hizo que todo el mundo se pensase propietario, capitalista con capacidad para comprar, comprar y comprar...

Fuimos evolucionando con esa mentalidad y el capitalismo financiero volvió a ser libre, cada vez se firmaban más tratados de libre comercio, internet revolucionó las comunicaciones y las formas de producción y llegamos a 2008 cuando tuvimos (¡oh sorpresa!) otra megacrisis como en el 29, ¿y la salida fue como la del 29? No, las políticas que se llevaron esta vez en Europa (otros países ya las habían sufrido) fueron recortar en lo social, desmembrando esos derechos adquiridos. Hemos dado pasitos hacia atrás en lo económico y en España se ve claro con los recortes y sobre todo con la ley laboral de 2011.

Pero no es en lo único que hemos dado marcha atrás: ley de seguridad ciudadana, elitización del acceso a la justicia, límites a la libertad de expresión...

La mejor táctica para que un sistema perdure es incluir a sus críticos en el propio sistema, normalizar la crítica y hacer de su discurso algo cotidiano, la otra, es imponer una cultura que beneficie al propio sistema (eso pasa por defecto).

"...igualdad entre hombres y mujeres, blancos y negros... todos y iguales porque... porque tenemos una cuenta corriente: porque podemos comprar..."

Bajo esos términos que creo ciertos en nuestro sistema, lo que importa es el dinero y nada más, eso nos iguala, frente a la raza, al género, a la religión, a la cultura... No nuestra condición humana. Y eso, está tan interiorizado por el sistema y sus componentes que nos hemos creído que de verdad hemos avanzado. Son sólo palabras pero qué daño pueden hacer. Creemos que hemos avanzado porque ya no esclavizamos a los negros en EEUU, creemos que somos éticos por tener un móvil más decente, porque nuestras camisetas son de comercio justo, ecologistas porque compramos con el sello verde y así... Y no nos preocupa que en realidad estemos esclavizando en África (que así se ve menos), que el sello verde tenga que recorrer miles de kilómetros haciéndolo nada ecológico; porque no sirve de nada un móvil "fair" o camisetas de comercio justo si necesitamos renovarlo cada X meses o pocos años, sólo por estética, sólo por moda, sólo por la última necesidad que exista.

El problema es que esa forma de consumo, se convierte en una moda más como la hipster, la vintage o la pija. Cambiamos en lo superficial el consumo y nos convertimos en otra forma de consumo más friendly.

Ese es el problema, que las palabras son suficiente para que creamos que los hechos dejan de ser los que son, los significantes han destruido y desterrado los significados.

Creemos que hemos mejorado y evolucionado cuando vivimos la segunda crisis migratoria de la historia por guerras y explotaciones que hemos creado como occidentales, creemos que vamos a mejor porque "mira, ya hay más de una opción política" pero no todas tienen las mismas garantías y las que las tienen, sustentan el mismo modelo de producción y consumo. Y así con todo.

Uno podría establecer que no somos racistas cuando acogemos en vez de no acoger, y no cuando acogemos "más que antes", que somos una democracia cuando los pueblos gobiernan de verdad y no cuando decidimos "más que antes", que existe libertad de pensamiento cuando no te encarcelan por lo que piensas y no cuando sólo encarcelan a unos pocos, porque antes de haber grandes faltas y de existir regímenes que cometieron verdaderas atrocidades, siempre hubo otros que defendían el mismo modelo de organización que "lo hacían menos que" el salvaje que vino después.
Se es racista o no, se comenten crímenes contra la humanidad o no, se es demócrata o no, hay cosas para las que no valen las medias tintas, porque en esas medias tintas nos desangramos.

Los significantes vs. significados.

Todo márketing: el racismo ha acabado en EEUU porque un negro gobernó, hay menos guerras porque ya no nos las cuentan (o sólo unas pocas), la Iglesia se renovó porque puso un papa progre, en España hay una coleta revolucionaria que quiere cambiarlo todo para que básicamente volvamos a estar como un poco antes de que todo fuera mal...
Todo es márketing y significantes sin significado, todo es espectáculo, incluso las polémicas como la del monólogo racista de Rober Bodegas: "es que el humor no tiene que tener límites". Es que nadie ha dicho que no te puedas reír de lo que quieras, pero si coges un puñado de estereotipos falsos los presentas como una verdad absoluta sobre una etnia estás haciendo política, perpetúas una situación de vulnerabilidad y eres racista, porque como cómico, también se te puede criticar por racista, no estás exento de crítica. Y entre tanto a nadie le importa una mierda la etnia gitana y su discriminación.

Mucho significante y poco significado, con un único objetivo: mantener el consumo, que sigamos siendo libres... comprando.

Vivimos una revolución, la de los significantes sobre los significados.

P.D.: Galeano lo expresa mucho más bonito en sus libros, léanlos por favor.

Thursday, August 30, 2018

Hay personas.

Hay personas que son tan sanas que te curan sólo mirándolas a la cara.
Hay personas que son alegría en lo cotidiano, aventura en la rutina.
Hay personas que son amor brillante, amor comprometido, amor solidario.

Hay personas que son perfectas en sus defectos y no lo ocultan.
Hay personas que son una mecedora para este torbellino que es el tiempo.
Hay personas que son libertad en sus abrazos, el pecho llenándose de oxígeno.

Hay personas.

Hay personas que son como los fueguitos de Galeano, capaces de incendiarse(te) cada instante, cada baile de ideas con cariño y con ternura.

Hay personas que debieran ser eternas no para mí, ni por yo vivirlas, sino porque todas las generaciones no importa cuando, pudieran descubrirlas; porque son luz, porque son esperanza, porque son maravilla.

Hay personas es la noticia y quizás para ellas sobren las palabras y solo haya que conocerlas.

Thursday, August 23, 2018

Original

Hablas en tus silencios mil palabras pensadas que me hacen parlotear como nunca, que me hacen decir lo que nunca diría.
Añoro mis silencios, aquellos que guardé en algún sitio y ahora ponte tú a buscarlos.
Y de tanto decir ya no digo nada, aunque escribo todo lo que no digo... porque jamás tuvo menos sentido explicarte lo que siento, así como nunca tuvo tanto sentido escribírtelo para que no sepas nada.
Más para mí, para recordarme estas cosas que suelo pensar: el impulso, las entrañas, la falta.
Sin idealizarte, conociendo nuestros imposibles.

Echo en falta las miradas y los gestos, esos con los que me contabas tantas cosas que ahora ya no tengo... y a la vez temo el momento en el que nos crucemos de nuevo.
¿Y si todo cambia? ¿Y si ya no veo lo que veía? O peor... ¿y si sí? Lo raro es que ya nos comprometimos, sin sabernos, nos condenamos y ya no hay marcha atrás.

Caminamos hacia el infinito más romántico, más platónico...
Caminamos, en definitiva, hacia la nada más significativa.
¿Qué poco original, no?

Sunday, August 19, 2018

Querida amiga

Me llamas amigo y lo imagino agrio en tus labios. Lo dices a menudo, insistentemente, más como un recordatorio que como un sentimiento.
Te llamo amiga y sé que nos estoy mintiendo, y lo repito a diario a ver si así se hace un poco más cierto. 

Querida amiga, disculpa que por un momento te sea sincero y no te llame amiga, deja que te mire fijamente a las palabras y te sea terriblemente sincero. 
Tengo mucha gente a la que quiero, pero no hay tanta que provoque esa tormenta al ver un nombre escrito en una pantalla, ni ese temblor en el pulso al leer un mensaje, no hay tantas sonrisas en medio de la calle recordando pasajes de nuestras vidas, nuestras bromas y nuestras diferencias.

Y podríamos hablar de ese miedo al contacto físico, del miedo a los abrazos... Podríamos hablar de la distancia hecha de kilómetros y de realidades y circunstancias. Podríamos decir que ser amigos resuelve esta encrucijada, estos caminos paralelos que parecen no encontrarse. Podríamos transitarnos admirándonos así en la distancia, mordiéndonos el labio con medias sonrisas contenidas llenas de ideas, tentaciones y deseos ocultos.

Así podremos volver a mentirnos diciéndonos la verdad, susurrando en mensajes cosas del otro que en realidad pensamos distintas a como las decimos. Y podremos seguir llamándonos amigos, pero querida amiga, recuerda que no eres mi amiga.

No significa eso que la confianza sea falsa o que ese nosotros pierda valor, sino que si "una veta de amor reconoce en los míos [ojos]/ no alerte sus fusiles ni piense qué delirio/ a pesar de la veta o tal vez porque existe/ usted puede contar conmigo " y sé que yo puedo contar contigo, por esta medio verdad que estamos construyendo, porque amar está hecho de circunstancias y nosotros bien lo sabemos.

Así las cosas, cuéntame amiga, ¿que tal fue tu día?

Monday, August 13, 2018

La Amazonas

Nos miramos y nos decimos una vida.
Parpadeo, y en el instante que abro los ojos los ruidos reaparecen; el viento susurra historias irreales de un imaginario colectivo cada vez más desgastado construido con palabras cotidianas.
Me ponen delante de un espejo y yo me miro, por fin no hay nada, unos cimientos sólidos, con todo por reconstruir.

La seda de tus labios se posa sobre mi frente y se instaura el silencio, recuerdo el atardecer en la playa, el tacto de la hierba en los dedos de mis pies, la brisa en la proa de un barco navegante mientras el sol calienta mis ideas; ese efímero infinito en el que miramos con cada fibra de nuestro cuerpo, ese llenarse de vida que sana cada dolor del camino recorrido.

Y no te has movido, esa vida en microsegundos que pasa cuando decides separar nuestros átomos y todo torna a ser circunstancias.

Achinas la mirada, sonríes por etapas y el silencio vuelve, me lleva a la calidez del fuego haciendo crepitar la madera, al sonido de las cigarras que lo envuelve todo, al rugir de un jaguar a lo lejos, a las hojas secas en su deshacerse bajo el peso de la vida.

Preguntas vergonzosa qué me pasa, y me tumbo callado bajo la noche estrellada, las constelaciones dibujan mi alma y las estrellas fugaces graban con su estela una efímera marca indeleble.

Me acaricias y el Amazonas me arruya con sus ondas, me calma y me hace paz, sin zozobra, sin rumbo, sin destino.
Y te vuelves a apartar y la vida vuelve a ser ciudad, circunstancias y realidad.

Quizás la Amazonas, la selva, con su exuberancia inunde todas las cosas.
Quizás la Amazonas, esté más viva que nunca, aunque no podamos verlo, aunque queramos negarla y destruirla.

Monday, July 23, 2018

Poesía

He encontrado versos preciosos hechos de bondad y belleza que aullaban por los rincones a la espera de ser escuchados en una ciudad de ruidos y luces, donde lo espectacular reina y pasa rápidamente desechando lo significativo.

Los encontré magullados por las zarzas de la rutina con su maraña de quehaceres y miedos que se escondían tras unos pétalos rosados bellos y atractivos hechos de seguridad y destino.

De todos esos versos, aislados y solitarios, construí estrofas de historias en común, de luchas con y sin rival, hasta la propia muerte del ser y de la esencia, y todos esos versos aislados comenzaron a dar forma en mi cabeza y corazón un poema precioso itinerante y aventurero. Un poema trepidante, de rima seductora y atractiva aunque compleja y severa.

Y yo sólo soy un verso más en este lóbrego poema alegre que va tomando forma entre todos aquellos aullidos que vagan con sus canas por las ciudades.

Somos solo eso... versos
y hacemos lo que sabemos... poesía.

Monday, July 2, 2018

Soledad teje


De entre todas las Soledades a las que me he enganchado, es ésta, tan maquillada con amagos de diversidad, la que me tiene más atrapado.

Y es que mi Soledad es muy suya; de plaza y de baile los fines de semana, en compañía de sus amigas arrastra su pena por el suelo y en cada zapateado se sacude una alegría que le sirve de sonrisa en un duelo con la vida en la que se queda sin cartuchos. Y yo me pregunto lo que ella ni se plantea, y es que, ¿con qué le disparará a la vida cuando no queden ya ni sonrisas?

Mi Soledad tiene estas cosas, tan de humana, de arroparme plancenteramente a diario para mi regocijo y luego sin saber cómo ni por qué mi Soledad me molesta. Especialmente cuando hay tanta gente de la que me aleja.

Ya sabe mi Soledad que tiene un cargamento de lágrimas esperando con las que tejerme un vestido a medida que me sirva para todos los días, que no se ensucie con el vómito cuando la aguja deja de llenar mis venas con versos que me permiten evadirme de tantas noches en vela a su vera.

Quizás sea entonces, cuando la rueca deje por fin de girar, que mi Soledad y yo nos miraremos fijamente a los ojos y la Luna dejará de silbar baladas que bailar en descampados en donde tantas ánimas de tantos otros antes que yo, decidimos hacer de nuestro vestido algo con lo que engalanar las noches de zurcidos y remiendos a nuestra alma.

Almas de parches y de canas, de ojeras e insomnio que en esa intensidad del mirar se despedirán y harán de mi Soledad algo eterno.

Monday, May 21, 2018

Lluvia

Tarde cerrada en Madrid, las 21h y casi parece que amaneciese salvo por esas nubes que amenazan con una tormenta de verano de esas que inundan el ambiente con su fragancia a petricor y un escalofrío recorre mi espalda al imaginar las gotas de lluvia castigando el suelo, arrastrando en riachuelos por el alcantarillado esa pena que llevan a cuestas para dar paso por fin a la más absoluta paz. Ese alivio que sentimos cuando algo malo está por venir y asusta que muerde los intestinos, termina sucediendo y al final como vino se fue. Dejando un silencio sólo interrumpido por los pájaros que cantan como esas primeras bromas después de una discusión, como esas primeras palabras después de un abrazo incómodo, de un beso inesperado. ¿Qué se está moviendo ahí? En esa mirada brillante que se aparta vergonzosa imponiendo al resto de la cara una tímida sonrisa a caballo entre pícara-coqueta y temerosa.
Así es la lluvia desde mi ventana, así son las tormentas en mi imaginación.

Saturday, May 12, 2018

Escribe


Escribe sobre el aire y el viento, escribe sobre sobre el mar y la sal, escribe sobre la arena que quema y el barro que alivia el calor en tus pies.

Escribe sobre el olor que trae la brisa veraniega cuando caminas por el paseo marítimo, escribe sobre el roce tenue de su piel cuando en un braceo tímido, te atreves a romper la distancia física como por accidente sólo para que por un momento vuestras pieles sean una. Escribe sobre la embriaguez de su perfume inundando tus sentidos, el latir de su mirada, de la luz de su sonrisa...

Escribe sobre todo lo que quieras... escribe sobre la vida. Escribe sobre la montaña y las vistas desde las cornisas, sobre esa sensación de que por un instante todo gira en torno a ti y esa paz en tu interior, ese cerrar los ojos y darte en la oscuridad a esa sensación de plenitud.

Hazlo tanto como quieras, hazlo como quieras... Hazlo porque con ella todo parece un poco más colorido y armonioso, como un arpegio.

Escribe todo eso y mucho más, crea sensaciones que la gente sienta como verdaderas y enorgullécete, que de tu hogar salgan esas imágenes que no son ni serán, pero que eres capaz de crear; hazlo y nunca olvides que tu casa está allá donde tu estés, porque la llevas a cuestas y se llama Soledad.

Porque escribir trata más de anhelar que de tener, y cuando el escritor tiene, se desentiende para seguir anhelando, por eso se cualquier sitio se siente a gusto, porque está sólo; sólo con su anhelo.